Caracas, VENEZUELA 10 sep (ABI).- Dinero acumulado 8.400 millones de dólares son las reservas acumuladas por Bolivia, hasta mediados de 2010. 3.500 millones obtuvo el gobierno boliviano en recaudación tributaria entre 2004 y 2008. Equivalente a 47 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB).
Un informe del diario El Mundo de Venezuela destaca el viernes que Bolivia supo aprovechar mejor que otros países la bonanza de los precios de los commodities. En suelo boliviano está la mitad de las reservas mundiales conocidas de litio.
Subraya que terminaba 2009, el año de la mayor contracción económica mundial en décadas, y Bolivia, el país más pobre de Sudamérica y gobernado por un presidente de retórica izquierdista, recibía los elogios del Fondo Monetario Internacional (FMI).
«Los directores ejecutivos felicitan a las autoridades bolivianas por su sólida gestión macroeconómica y una eficaz respuesta política para mitigar el impacto de la crisis global», se lee en un informe que el consejo ejecutivo del FMI publicó en enero de 2010. «El crecimiento ha sido uno de los más altos de América Latina y la inflación ha caído significativamente».
Agrega que la lista de elogios para Bolivia es amplia y proviene de varias instituciones de tradición económica conservadora: una política fiscal sólida, una actitud favorable a algunas reformas y una flexibilidad en administrar una banda cambiaría móvil.
En parte gracias a ello, la economía boliviana creció 3,4 por ciento en 2009, el crecimiento más alto de toda América. En 2008 registró un fuerte 6,1 por ciento.
La publicación anota que la Bolivia de Evo Morales se ha transformado en el alumno más aplicado del bloque de países que componen la Alianza Bolivariana para nuestros Pueblos de América (ALBA), el grupo de países liderado por Venezuela. Bolivia no sólo ha salido airosa de la crisis, sino también de los prejuicios políticos hacia un gobierno que, por su discurso de izquierda y de tinte indigenista, no estaba precisamente entre los favoritos del establishment económico.
Pero el país que pelea por dejar el cetro de ser el más pobre de Sudamérica (algunos estudios señalan que habría sobrepasado a Paraguay en ingreso per cápita) ha tenido un sorprendente desempeño económico en el que se han combinado buena suerte, ingenio administrativo y un sólido manejo fiscal.
«A nivel macro, Bolivia está mostrando resultados interesantes y, de hecho, destacables», dice Gonzalo Chávez, un académico formado en la Universidad de Harvard y que dirige la maestría para el desarrollo de la Universidad Católica Boliviana.
Las autoridades bolivianas aún enfrentan un coro de críticas, especialmente con respecto a la austeridad fiscal en un país donde más de 60 por ciento de la población está en la pobreza. Además, Bolivia no logra subir sus tasas de inversión (una de las más bajas del hemisferio), continúa con dificultades para atraer capitales foráneos y requiere mejorar su gestión administrativa, así como su infraestructura, una de las peores del continente.
Cuando la economía mundial comenzó a tambalearse en 2008, Bolivia pudo haber colapsado. Los bajos precios de las materias primas eran una pésima noticia para un país que obtiene 80 por ciento de sus ingresos de estos bienes. Además, su segunda mayor fuente de recaudación son las remesas del extranjero, que siempre caen cuando hay recesión en los países desarrollados. Uno de cada cuatro bolivianos vive fuera del país, quienes enviaron 1.023 millones de dólares a sus familias en 2009. Una cifra equivalente a 5,8 por ciento del PIB, la proporción más alta de remesas en Sudamérica.
Indica que la inestabilidad política en los llanos de la región oriental, controlada por la oposición, siguió afectando a un presidente popular en el resto del país, sembrando dudas acerca de la posibilidad de mantener siquiera algún nivel de inversión extranjera. Y ese mismo año Washington revocó las preferencias comerciales.
Sin embargo, la economía boliviana ha crecido sistemáticamente desde que Evo Morales llegó a la presidencia en 2006. El promedio de crecimiento bajo su gobierno ha sido de 5,2 por ciento anual, la tasa de expansión más alta de los últimos 30 años. Gran parte de ello se debe al auge en los precios de los commodities.
Pero Bolivia también supo aprovechar mejor esta bonanza que otros países de la región. Parte de eso fue conseguido con la nacionalización de la industria de hidrocarburos en mayo de 2006, una polémica medida que obligó a las petroleras que operaban en el país a renegociar las regalías que pagaban al gobierno, incrementando la participación del Estado en las utilidades del sector de 20 a 80 por ciento.
«Antes la plata se iba», dice Luis Arce Catacora, ministro de Economía y Finanzas de Bolivia. «Ahora se queda acá». Y el gobierno se ha dedicado a ahorrar gran parte de estos recursos. En 2008 las reservas internacionales equivalían a 41 por ciento del PIB y hoy ascienden a 8.400 millones de dólares, bordeando 47 por ciento del producto nacional. «Hoy Bolivia tiene reservas comparables a las de China», afirma Gabriel Torres, analista de la agencia calificadora de riesgo Moody’s.
En 2008 se inyectó 6 por ciento del PIB en desarrollo de infraestructura, obras públicas, bonos de consumo y otras inversiones. En 2009, el gasto aumentó a 10,1 por ciento del PIB.
A pesar del impacto de los sectores informales, la mayoría de los analistas concuerda en que la economía marcha bien. «Inflación controlada, superávit fiscal, crecimiento moderado. Parece que están siguiendo las recetas del FMI, el Banco Mundial y otras instituciones, a pesar del discurso que tiene el presidente Morales», dice Chávez, quien se desempeñó en altos cargos económicos en los gobiernos anteriores a Morales.
Incluso opositores acérrimos le reconocen los logros a Morales. «Considero que la economía boliviana pasa por su mejor momento: desde la crisis del año 2000, la economía ha tenido un crecimiento y auge sostenido», dice Javier Leigue Herrera, diputado del partido Convergencia Nacional.
El futuro dorado de Bolivia probablemente sea de color plata. El impresionante salar de Uyuni es la llanura de sal más grande del mundo y contiene la mitad de las reservas conocidas de litio, el componente principal de baterías para vehículos eléctricos. Es un mercado al que muchos le auguran un crecimiento exponencial en los próximos 10 años, y que podría resultar aún más significativo que el gas para Bolivia.
«Tenemos grandes esperanzas en el litio, porque pertenece al pueblo boliviano», dice Marcelo Castro, jefe de operaciones de la planta piloto. Según la nueva Constitución boliviana, la explotación de litio no puede ser vendida a una empresa extranjera.
La construcción de la planta está casi lista y se prevé que el próximo año comience a producir carbonato de litio. «Pero ya no queremos ser meros exportadores de materias primas. Nos vamos a industrializar para asegurarnos de capitalizar plenamente las utilidades de nuestros recursos naturales», dice Castro.
Las autoridades dicen que sólo trabajarán con empresas extranjeras dispuestas a aliarse con el Estado. Algunos economistas temen que se pueda espantar definitivamente a los inversionistas.
De momento el gobierno aún no ha firmado ningún acuerdo con empresas extranjeras, pero interés no falta. Delegaciones empresariales y de gobierno de Francia, Corea del Sur, Japón y China han ido a Bolivia para conversar y entregar propuestas. Hay rumores de que Morales podía cerrar un trato con empresas de Corea del Sur en una visita anunciada a ese país para fines de agosto.
Redcentral/acl ABI