Lizkel Chacín.
Las cobardes embestidas de las grandes potencias en contra de los pueblos latinoamericanos particularmente en Suramérica, nos convencen cada vez más sobre la urgente necesidad de establecer un sistema de comunicación alternativa que frene sus constantes bombardeos ideológicos y políticos, así como también sus detestables laboratorios de la “desinformación”, los cuales buscan mitigar nuestras luchas sociales e integracionistas, nuestras conciencias y libertades soberanas.
No en vano, el presidente ecuatoriano Rafael Correa reflexionó en la apertura de la cumbre de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) celebrada en Guyana, el pasado 26 de noviembre, que «en nombre de la libertad de prensa, en nuestra América Latina se han desestabilizado presidentes y gobiernos. Ya es hora de derrumbar tabúes. Debemos perder el temor reverencial de tratar estos temas y buscar una legislación adecuada para combatir los excesos de cierta prensa”.
No en vano, el presidente Hugo Chávez constantemente alerta en la región y al mundo sobre las perversas intensiones de Estados Unidos en contra de las naciones progresistas (Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Paraguay y Venezuela), agresiones que prometen acentuarse a medida que pasa el tiempo y sino analicemos la infeliz posición en contra de nuestro país de la congresista cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen, a quien no le quedará de otra que experimentar a partir del próximo año cuando asuma su flamante cargo, nuestras acciones independentistas porque de que tenemos pueblo tenemos.
Aunado a esto las vocerías facinerosas de gente sin escrúpulos, obedientes a intereses económicos cuyas metas no son otras que la descalificación y al gran volumen de noticias falsas que corren como pólvora diariamente a través de las poderosas “cadenas de la desinformación” disparando basura mediática y creando confusión, dan cuenta de un compromiso arduo, pero no imposible por parte de colectivos, asociaciones, instituciones, comunicadores sociales incluyendo los populares y medios de comunicación incluyendo los comunitarios, entre otros.
Hoy más que nunca proyectos comunicacionales como TeleSur, televisora a la que por cierto le han salido feroces enemigos a montón por reflejar las realidades cercanas a nuestros pueblos; radios y televisoras comunitarias; páginas web y redes sociales son cada vez más relevantes en nuestras naciones particularmente por las aplaudibles labores de desmontar los discursos fabricados en esa suerte de cámaras pestilentes y contraproducentes.
Trabajar en colectivo
Nos hace falta alinearnos a un único contenido comunicacional tomando en cuenta muchos elementos, pero principalmente los contenidos educativos, direccionales, políticos e ideológicos que unifiquen los logros conquistados por pocos en favor de las muchas conciencias latinoamericanas y que al mismo tiempo neutralicen los guisos venenosos montados desde el exterior.
Bien lo expresó el comunicólogo y filósofo mexicano, Fernando Buen Abab, durante su visita a Venezuela: “No somos ingenuos. Estamos parados en un escenario de una guerra mediática (…). De los que forman parte el Grupo Prisa de España; Televisa de México; Caracol de Colombia; El Mercurio de Chile; El Clarín de Argentina y muchos otros(…). Mientras construimos más canales de TV o estaciones de radio, no trabajamos en los contenidos. Todavía no logramos la unidad de agenda”.
Y he aquí una de las tantas claves a resolver. Aún pensamos y actuamos con el esquema capitalista metido en nuestras mentes, es decir, pensamos y actuamos de forma aislada. Como reza el proverbio bíblico “fácil es destruir, difícil es construir”. Tenemos que construir y pronto. Poner al servicio colectivo la más diversificada y fina artillería del pensamiento crítico sin importar los espacios que sean.
Necesario es que rescatemos la lectura, la escritura y el análisis en nuestras comunidades; los encuentros para el debate; los cineclubes; crear escuelas o centros de formación del pensamiento y así como existen comisiones en nuestros consejos comunales que atienden los problemas de salud o eléctricos por ejemplo, que atiendan también la necesidad de ayudar a pensar a otros, a hacerlos seres conscientes, reflexivos, sensibles y pensantes.
Elaborar leyes en nuestras naciones que propicien la educación a través de los medios porque dicho sea de paso, es una corresponsabilidad de muchos sectores; crear más comités de usuarios(as) en defensa de unos contenidos comunicacionales de mayor calidad, equilibrados y que rescaten valores.
En fin, como expresó el poeta español Antonio Machado, en unos de sus últimas poemas, “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.