Ramón Martínez
Ocurre que para reconocer el comportamiento de los pueblos y ciudades, es necesario convivir, estar, ver y entre otras, escuchar el saber de sus habitantes.
Sucede algo muy curioso, y es necesario expresarlo: la necesidad del café en los matutinos días caraqueños, batallones de “cafeceros”, recorren las avenidas y calles de la metrópoli en busca del brebaje que hechiza y proviene de la arabia sempiterna.
Unión de razas, nacionalidades y expresiones se escuchan en los amaneceres del cielo que cobija este bello país cuando salimos y nos encontramos con vías que nos conducen por ese mundo real e irreal, para algunos, pero cierto para la mayoría de los habitantes de este hermoso territorio, llamado Venezuela.
Pasando y paseando en nuestro ameno recorrido nos encontraremos con la gama de consumidores del brebaje, quiero un marrón, deme un negrito, yo quiero un con leche, no… un teterito, tiene guayoyo?, y así se desarrolla parte de la mañana caraqueña, mamadera de gallo, encuentros y desencuentros, en fin comienzos y finales de un día que puede culminar en un solo abrazo, mas no en un enfrentamiento…. Cosas!! Solo cosas!!