Estanislao Velázquez
Otro aspecto en que llamo la atención para evitar los posibles tsunamis laborales tienen que ver con la delicada situación de estancamiento del salario y mejoras laborales. La paralización en la discusión de los contratos colectivos de los trabajadores públicos es un ejemplo de ello. El hecho de que el presidente Chávez consuetudinariamente aumente el salario mínimo cada 01 de mayo, es muy beneficioso para los que están a ese nivel, también para los abuelos jubilados y pensionados, pero ¿y el resto? ¿Qué pasa con los trabajadores que no perciben sueldo mínimo y ven cada año mermado su ingreso?, por la inflación que se dice ser la más alta de América Latina y por tener estancado su salario por falta de aumento proporcional.
Aún peor es la situación de aquellos trabajadores que además de tener su sueldo estancado salieron “premiados” con desmejoras en sus beneficios. Existe el caso de una trabajadora que tuvo que usar el cobro de sus utilidades para pagar la póliza de salud de su familia, porque de un momento a otro le dijeron que a partir de éste 2011, la Institución sólo la cubria a ella. Parecido pasa con los “bonos” y cestatickets, para dar sólo dos ejemplos. Esta situación es muy sensible a los trabajadores y se está haciendo cada vez más recurrente. Las desmejoras en reinvindicaciones ya alcanzadas (derechos logrados por los trabajadores mismos), que se venían disfrutando durante años consecutivos y de repente se les quita de cuajo sin explicación coherente, son el mejor cultivo para gestar un Tsunami.
Claro, todo esto es producto de los “comentaristas de pasillo” pero como éstos se han venido multiplicando, corresponde hacer el señalamiento. Si existen dudas sobre la veracidad de estos asuntos hay maneras de averiguar para llegar a la realidad, no me corresponde a mi tal investigación. Pero en reiteradas publicaciones por internet y prensa se pueden leer quejas y reclamos de trabajadores en lucha que además expresan su sentimiento de rechazo con el propio Ministerio del Trabajo por verlo como enemigo del trabajador en lugar del garante de sus derechos (valga decir que esta situación es aberrante).
Entonces en cambio, los “jefes” y “patronos” en lugar de motivar, apoyar, capacitar para buscar la eficiencia y productividad les da por imponer nuevas normas que suenan más a caprichos que a razonamientos lógicos. ¿Quiere que se lo diga con nombre y apellido?, por ejemplo firmar una lista de entrada y salida que antes nunca se firmaba con el absurdo de que si un trabajador “Auditor” debe visitar una firma, deberá pasar primero por la oficina a estampar su rubrica, ah pero cuando de resultados de trata no hayan qué hacer. Y qué pueden hacer si los resultados son producto de una planificación lógica, coherente y veraz y ésta es una debilidad que tendrá que tratarse en otro espacio.
Insisto, estoy convencido que todos los trabajadores quieren trabajar de verdad, ser productivos y además aprender, si eso está asociado a una buena planificación donde se puedan utilizar las capacidades humanas e incentivarlas no haría falta ni listas para firmar ni Ministerio del Trabajo para litigar. Eso si sería una Revolución laboral. Por ahora, ¡cuidado con el Tsunami!.
estanislao125@gmail.com
Muy cierto. A los trabajadores que reclaman sus derechos los llaman «contrarrevolucionarios» o «locheros». En el primer caso, entonces la Constitución Nacional consagra y defiende la actitud «contrarrevolucionaria» al promover la Contraloría Social. En el segundo caso, se es hipócrita cuando se llama lochero a quien lucha para que no se devalúe su salario en un entorno inflacionario, especulativo y de escasez, cuando el estado no garantiza el suministro de todos los artículos y servicios necesarios para una vida decente, mientras los funcionarios que acusan utilizando ese calificativo tienen garantizado su abastecimiento vía palanca, contactos o -¿por qué no?- hasta a fuerza de real que disfrutan por sueldo u otros «emolumentos».
Dicen que «bien» predica quien «bien» vive. Entonces otra ayudita al tsunami es la distancia que hay entre lo que se pregona y lo que se practica.
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