por Aram Aharonian*
Convertir al partido en un poderoso medio de propaganda y comunicación es uno de los aspectos más importantes de las líneas estratégicas de acción política del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). El gobierno no ha logrado diseñar, y menos aún ejecutar, una política comunicacional eficaz, proactiva y sistemática. El gobierno ha sido deficiente consuetudinariamente, y tampoco el partido ha hecho propuestas serias, factibles y coherentes al respecto ni tiene estructuras de debate y análisis ideológico-comunicacional.
En los últimos dos años la cartelización de los medios de comunicación, que habíamos señalado en el golpe de 2002, se ha profundizado. Las primeras planas de la prensa escrita y los medios audiovisuales emprenden acciones subjetivas y menos visibles, que se reflejan en la creación y difusión de discursos cargados de mitos sobre las consecuencias del actual proceso político.
Se trata de banalizar, de editorializar, de volver la noticias un espectáculo, desarrollando la técnica de atacar permanentemente al gobierno, negando los logros del proceso, deslegitimando las acciones del Ejecutivo, generando miedo alrededor del «cuco» del comunismo.
La directora del Observatorio Global de Medios de Venezuela, Maryclen Stelling, indica que los medios de comunicación privados afianzan el temor entre los ciudadanos. Por ejemplo, El Universal presenta informaciones como: «Chávez tuvo dinero pero incumplió sus promesas», «Acusan al gobierno de poner la torta» o «Ley de Emergencia facilita la expropiación de inmuebles».
Detalla que la prensa se logró colar como un espacio indispensable para la confrontación de la gestión de gobierno y hay una ausencia de información amplia, oportuna y balanceada, que le permita a la población una orientación para la toma consciente de sus decisiones políticas.
Y también hay una carencia de ideas, planes y políticas oficiales en lo que a comunicación se refiere.
Hugo Chávez viene de exponer las líneas estratégicas de acción política hacia el 2012 (pareciera que se vive siempre con la meta de unas elecciones). La primera de ellas plantea pasar «de la cultura política capitalista a la militancia socialista», donde indica que «los resultados (del 26S) pusieron en evidencia algunas fallas en el funcionamiento del PSUV y su vinculación con la base social de apoyo a la Revolución».
«Entre las posibles causas de esta situación, podemos verificar, en mayor o menor medida, algunas actitudes o desviaciones características de los partidos tradicionales, tales como el burocratismo, el oportunismo, el sectarismo, el nepotismo y el gradual alejamiento de la base social bolivariana, resultantes de la persistencia de la «cultura capitalista» en el seno de la sociedad. Esta cultura es reproducida a lo interno del Partido», indica el líder bolivariano.
Chávez señala que se construye más allá de los partidos, con los movimientos sociales. Por tanto, el Polo Patriótico debe ser un espacio privilegiado para la rendición de cuentas de los funcionarios públicos, para el desarrollo del pueblo legislador y la conformación de la corresponsabilidad entre los elegidos y los electores.
Sobre todo desde la frustración de septiembre, las bases bolivarianas piden, reclaman y exigen recuperar la conexión con el pueblo, lo que pasa por democratizar el PSUV. No hay reunión, a lo largo y ancho del país, donde no se debata el tema y la necesidad de la participación popular protagónica en la discusión de los problemas y en la solución de los mismos, además de la necesaria elección «socialista» de cuadros y candidatos por las bases.
Más allá de la ineficacia, ineficiencia y muchas veces corrupción de funcionarios, la pregunta que surge es por qué se repiten ministros (en la misma o en otra cartera) que ya han demostrado fehacientemente su fracaso en la última década.
Es más, algunos de los ministros abandonarán sus cargos para dedicarse desde ya a consolidar (en algunos casos crear) liderazgos en distintos estados, con el fin de recuperar sus gobiernos para el bolivarianismo.
Hasta ahora se han repetido comicios de la «cultura política capitalista», cuando se espera que la dirigencia surja de los debates y del trabajo con las bases, con cuadros que se destaquen por su capacidad ideológica, su entrega al trabajo político y su compromiso revolucionario.
Chávez alienta «enfrentar la cultura capitalista, favoreciendo el contacto directo con el pueblo, interpelándolo, pero sobretodo dejándose interpelar por él». Hay muchos, alrededor del poder, que no lo escuchan. O prefieren no hacerlo. Ω
*Periodista. Ex director de Telesur