José Vicente Rangel/ “Invoco la reciprocidad de Colombia”

Clodovaldo Hernández

-La corrupción ha sido un tema recurrente de su agenda de político y periodista. La oposición asegura que ahora es mayor. ¿Qué opina?

-La oposición está descalificada moralmente para hablar de corrupción porque el fenómeno, que es histórico, se fortaleció en la IV República. No me guió por lo que dice la oposición, sino funcionarios del Gobierno y el propio Chávez, que es el presidente más honesto que hemos tenido. Es inmoral asumir el tema en términos de cuantía, si hay más o hay menos. Podemos decir que hay menos, pero no basta. Un solo hecho de corrupción es motivo de bochorno para una sociedad y sus instituciones.

-Sea más o sea menos, ¿por qué la Revolución no ha podido vencerla?

-La V República vive los coletazos de la corrupción. Lamento profundamente que en un proceso en el cual yo participo, al que le reconozco grandes éxitos, ése sea un tema. La corrupción es un Estado dentro del Estado, tiene vida propia, una mecánica que involucra al sector público y al privado. Los poderes encargados no tienen el músculo ni la capacidad suficientes para enfrentarla. A veces se llega a la conclusión de que es una fatalidad.

-Parece que en este tema, igual que en el de la ineficiencia, el Presidente hace grandes esfuerzos, pero no tiene éxito. ¿Comparte esta opinión?

-Sí, me consta que él vive intensamente la frustración de no darle una respuesta. Y lo mismo le ocurre con otros temas, como la inseguridad o el drama carcelario. Vive ese drama de ver que el poder tiene muchos límites, que tantas cosas escapan al control. Es una angustia, una desesperación que a veces se lo traga en las noches…

-Usted, que ha estado tan cerca: ¿que hay de cierto en lo que se dice: que quienes lo rodean no le permiten tener noción real de muchos problemas?

-No es cierto, y el primero en rechazar eso es el Presidente porque quedaría como un tonto, pintado en la pared. No es así. No quiero formular críticas a los colaboradores, eso es muy fácil, pero sí creo que hay fallas en el equipo, hay dispersión en la obra, un exceso de iniciativas. Y falta gerencia para garantizar que lo ofrecido se haga realidad. Cuando está en la oposición, uno cree que el poder es una cosa blindada, sólida, una poderosa deidad, pero en el Gobierno se da cuenta de lo frágil que es el poder por dentro. Eso me ha llevado a reivindicar el concepto de la gerencia: un hogar, un municipio, una gobernación, un país no pueden manejarse sin un mínimo de capacidad gerencial. Y acá no la tenemos, ni en el sector público ni en el privado. Tenemos el empresariado más inepto e ineficiente de la región, incapaz de competir, y en el sector público adolecemos de una dispersión total, falta de seguimiento y controles.

Falta reciprocidad de Colombia

-Luego del lío endógeno en el chavismo por la deportación de Joaquín Pérez Becerra, aparece el caso de Julián Conrado. Como estudioso del tema colombiano con posiciones muy firmes, ¿hasta dónde cree que llegará el gobierno en esta nueva relación con Colombia?

-Como luchador por los derechos humanos y revolucionario, estas entregas son preocupantes. Pero si el Presidente ha declarado que no permitirá acá la presencia de personas vinculadas a la subversión o al delito común colombiano, ¿por qué no se acepta esa declaración del Jefe del Estado, por qué se desafía esa determinación, por qué se le coloca ante la disyuntiva? Uno de los pasos más audaces que ha dado el Presidente es tomar como interlocutor a (Juan Manuel) Santos. Tienen posiciones ideológicas opuestas, pero saben poner los intereses de sus países por encima. Ese pragmatismo demuestra madurez, beneficia a ambos y puede ayudar a una salida al problema de la violencia en Colombia. Sin embargo, hay que decir que hasta ahora la nueva relación ha funcionado muy bien, pero unilateralmente. Se ha beneficiado solo Santos con temas como éste y el del pago de la deuda. Yo invoco la reciprocidad. Por ejemplo, deberíamos exigir que se revise la actividad subversiva que existe allá contra Venezuela. No solo porque esté el golpista Carmona, rodeado de garantías y recursos, sino también por las periódicas reuniones conspirativas, los recursos que fluyen de allá para acá. Hay mucha información de los organismos de inteligencia.

-¿Esta actitud de Venezuela sobre las FARC podría anticipar un acuerdo de paz en Colombia?

-Ojalá, eso la justificaría plenamente, sería un logro extraordinario.

Oposición contradictoria

-La oposición tiene un Frente Progresista, ¿qué significa en el contexto de la Mesa de la Unidad?

-Refleja las contradicciones. Es muy difícil manejar políticas frentistas. Lo digo por experiencia. Incluso fuerzas con afinidad ideológica, como eran entonces el MAS y el MIR, rompían… ¿qué no decir de factores opuestos entre sí? La mercancía que vende la MUD es la unidad, es su desiderátum, pero es muy difícil alcanzarla en ese marco de contradicciones. Las primarias pueden convertirse en un chocolate envenenado.

-Hablando de esa experiencia, ¿cómo se las arregla para sobrevivir un rato en la política y otro en el periodismo?

-Es que son la misma cosa si hay consecuencia ideológica. En esos ocho años que estuve en la política añoré mucho el periodismo… en cambio ahora no añoro el poder.

-Chávez suele llamar a los ex ministros. Pasó con Jorge Giordani, Andrés Izarra, Farruco Sesto y otros. ¿No lo ha vuelto a tentar?

-Me ha hecho algunos guiños… Yo aprendí a conocerlo, en su gestualidad adivino lo que está pensando y antes de que hable le digo que estoy muy bien con la familia, con los nietos, encantado con el periodismo… Me anticipo.

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El póker de los visitantes

Hay algo en lo que José Vicente Rangel es único. Ningún otro civil ha sido ministro de la Defensa. La experiencia, que tuvo su clímax en el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, parece haber sido tan traumática como para que no se intente de nuevo… por ahora. En su oficina privada se respira, sin embargo, un ambiente muy cívico-militar: sus asistentes visten de civil pero cuando llega un visitante (también de paisano) que se identifica como oficial, no tardan en aflorar unos inequívocos “¡sí, mi coronel!” que delatan a los secretarios.

Con 81 años, el ex vicepresidente y ex canciller mantiene una intensa actividad. En su bunker hay una ebullición de gente rodeada de cierto halo de misterio. Se miran entre sí con caras de ¿quién será éste, que vendrá a decirle? El periodista también entra en este juego de póker e, incluso, presencia un altercado entre unos visitantes y un señor de pelo teñido… Parece un buen chisme, pero ¡lástima!, no logra oír nada, salvo la ristra de insultos.

En contraste, en su amplio despacho, rodeado de obras de su esposa, la artista Ana Ávalos, esta leyenda viviente del periodismo y de la política luce -como siempre- muy sereno.

“Ser periodista es una gran ventaja para un político porque el periodismo da una visión totalizadora de la sociedad y del país”, dice. Después de pasar un rato en su oficina, ¿qué duda cabe?

Al salir, otros enigmáticos visitantes lo esperan. El señor del pelo teñido sigue allí, pero todo parece indicar que ya se le pasó la calentera. ¡Lástima… el chisme prometía tanto!/CiudadCcs FOTO JESÚS CASTILLO

RM