Solo son serviles

Carlos Lucero

En el periodismo  y en la política existe una tendencia que  no reconoce, quizá  por vergüenza, un arraigo extenso como el tiempo mismo y detestable como lo peor. Ella adquiere distintos apelativos según el momento y el lugar en donde se ejerza. En Venezuela le llaman jalabolismo, construcción  que incluye contenidos seudo eróticos. En otros lados, simplemente chupamedismo,  con un claro alcance de sometimiento y de pédica fetidez, quizá para aumentar la condición servil  de quien la ejerce.Estas elucubraciones y otras, me asaltan cuando las veo claramente exhibidas en la pantalla que uno mira ocasionalmente y a veces de reojo. Ayer, en una cafetería, había un  televisor, de esos de grande y chato formato, que me dejó contemplar en plenitud esta costumbre, que aunque se aspire a disimular con  pretensiones de seriedad, se filtra y se transparenta en alta definición.

Me llamó la atención que,  pesar de  la enorme cantidad de acontecimientos que preanuncian la llegada de otra época para la humanidad, un  señor, de saco oscuro, camisa clara y corbata, anunciara con solemnidad fingida, que en un  país de oriente, había caído un combatiente que dirigía  una organización muy peligrosa.  Y presentaba la imagen un hombre vestido a la usanza oriental.  Y luego aparecía el  encanecido presidente Obama ufanándose de otra victoria de sus fuerzas militares. Y dale con los detalles que a nadie interesan, y dale con la carita preocupada del  mandatario yanqui. Y  se prolongaba la noticia, como para reafirmar, quizá el mensaje, de que esta gente se merecía el destino de ser abatidas por las valientes  fuerzas que aplican la justicia universal. A la media hora, el mismo cantar. Y posiblemente sigan hoy con lo mismo. No es mentira, es jalabolismo puro. En otras palabras, son alcahuetes.

Si toda esa perorata proviniese del norteamericano canal Fox, bueno, al menos se entendería el empeño de emitir una señal que compense mentalmente la indefectible caída de su construcción. Pero se trataba de un simplote canal de noticias, privado (de sesos quizá) de la capital de la Argentina.  Y con voz relamida, el conductor repetía el texto que seguramente le llegó  desde el norte. Para el programador del canal no existían las bolsas de valores deslizándose por el tobogán, en todo el mundo. Negaba, con su silencio, la protesta de los estudiantes chilenos en la calle. No estaba sucediendo el lanzamiento del módulo espacial chino, ni la conmemoración del primer aniversario del intento de golpe al presidente Correa.

Este tipo de chupamedias existe por y para algo, eso se comprende. Están bien pagados. Pero hay de los otros, de los eximidos de justificación de ningún tipo. Me refiero a la prédica de un viejo candidato a presidente aupado por una coalición que se dice de izquierda, que aprovecha ser entrevistado por un canal público, para  eructar en contra del proceso bolivariano que orienta el comandante Hugo Chávez. Y que, según él, en ese país no existía la democracia porque los obreros estaban sometidos al gobierno y no se qué otros motivos tenia este viejo izquierdista para mostrar su condición de jalabola y ponerse en contra de principios que otrora proclamara. Me pregunto con  preocupación, ¿que le pasaría a este pigmeo político? ¿En qué le afectó la acción revolucionaria bolivariana? ¿Qué daño le habrá hecho para cometer ese perjurio gratuito?

Es curiosa  la mentalidad jalabolista, chupamediera,  o como pretendamos presentar esta tendencia que se agrava cuando es exhibida públicamente. Me pregunto ¿qué será lo que sienten por dentro los que la practican sin desparpajo? Son solo inservibles serviles.

RM