Caracas / 9 de Abril Plaza del Venezolano por la paz en Colombia

a 65 años del Bogotazo

LAS PERSPECTIVAS DE PAZ EN LA HABANA

Es claro que la conquista de la paz en Colombia pasa por superar tres problemas fundamentales: el del régimen político, el del modelo económico y el de la soberanía nacional. Estos tres elementos de cierta forma siempre han estado presentes en las diferentes agendas de conversaciones entre gobierno e insurgencia desde La Uribe (1984) hasta hoy, siendo en esa época el régimen político y la reforma agraria los de mayor relevancia, no tanto así la discusión del modelo económico por estar en boga en el mundo la liberalización de la economía como la solución a todos los problemas de la humanidad. Los doce puntos de la Agenda del Caguán también los podemos resumir en estos tres aspectos, al igual que los de la agenda de la Habana, así el gobierno colombiano quiera eludir la discusión sobre el modelo económico, desconociendo lo acordado por las partes en el preámbulo del acuerdo.

La paz en Colombia históricamente ha tenido dos significados antagónicos, por un lado la burguesía reduce el tema de la paz a una simple desmovilización de sus adversarios sin remover en lo más mínimo las causas que históricamente han alimentado el conflicto social y armado. Es decir, la oligarquía pretende obtener una paz sin renunciar a ninguno de sus privilegios, los poderosos no han renunciado a la práctica de la eliminación física de sus adversarios políticos -que no han tenido otra salida que la de levantarse en armas para defenderse- o a la de llevarlos derrotados a la mesa de negociación para que firmen su desmovilización a cambio de nada, como ocurrió con las guerrillas liberales de los Llanos en los años 50, el M-19, el Quintín Lame y el Ejército Popular de Liberación en 1991.

Del otro lado están las masas populares y al insurgencia de las FARC y el ELN, que entienden que la paz es el resultado de las transformaciones sociales y políticas que requiere la sociedad colombiana para superar las causas que alimentan el conflicto social y armado.

La lógica de pretender arrodillar a las FARC, para pactar su rendición es la que ha hecho que la aspiración a una salida negociada se haya visto frustrada una y otra vez; por eso hoy hay que preguntarse, qué tanto estarán los poderosos del país dispuestos a ceder en sus privilegios a cambio de evitar un derramamiento de sangre de mayores proporciones para obtener una paz duradera, en lugar de seguir sosteniendo la mentira de que la paz no se ha logrado porque la guerrilla no tiene la voluntad de hacerla y utiliza los diálogos para engañar al país, como lo pregonan los representantes del régimen y sus medios propagandísticos.

Seguir insistiendo en la salida militar por parte del establecimiento es como arar en el desierto y lo que se logra es una mayor profundización de la guerra. Cada vez

que el régimen asesina a un revolucionario nacen miles de

hombres y mujeres dispuestos a seguir defendiendo su causa, como bien lo dijera Ernesto Guevara, “en cualquier lugar en donde nos sorprenda la muerte bienvenida sea siempre que exista una mano dispuesta a empuñar el fusil por la causa de los pobres”, y hoy son miles los jóvenes en el mundo que están dispuestos a darlo todo por un mundo mejor.

Es evidente que a pesar de la satanización y la calumnia a la insurgencia por parte del régimen, ésta se ha convertido en un ejemplo de resistencia al modelo capitalista. Hoy las FARC son referente importante para miles de jóvenes en el mundo que se resisten a ese oscuro futuro impuesto por el gran capital y ven en la insurgencia un ejemplo de dignidad y entrega por la causa revolucionaria.

Hoy para la paz en Colombia hay solo dos escenarios posibles: el primero es que como consecuencia de una alta movilización popular tanto a nivel nacional como internacional se haga entender a la oligarquía colombiana que hay que realizar transformaciones profundas en el orden político para que sea posible disputar el poder para el pueblo a través de las vías democráticas burguesas, y el segundo escenario es lograr la paz con justicia social por la vía revolucionaria.