Se estima que más de un millón de personas ha salido a las calles en más de 100 ciudades de Brasil tras una semana de masivas protestas organizadas en el país para denunciar la baja calidad en los servicios públicos y la corrupción gubernamental.
En Brasilia algunos grupos de manifestantes intentaron romper el perímetro de seguridad en torno a los edificios del Congreso y del Ministerio de Exteriores, donde se registraron enfrentamientos después de que los manifestantes arrojaran cocteles molotov contra decenas de policías, que respondieron a su vez con gas pimienta y gases lacrimógenos.
En Sao Paulo, unas 100.000 personas se han congregado en el centro de la ciudad, según datos policiales. En el estado de Sao Paulo, en la localidad de Ribeirao Preto, un joven de 18 años ha muerto y al menos tres personas han resultado heridas durante las protestas.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, aplazó el viaje que realizaría a Japón la próxima semana y ha convocado una reunión extraordinaria a raíz de las protestas.
Las autoridades brasileñas han invitado a tres representantes de los manifestantes a discutir con el Consejo Nacional sus demandas. Los legisladores declaran que quieren escuchar las exigencias de la protesta popular de forma directa, subrayando que están abiertos al diálogo con los indignados.
Varios líderes municipales anularon ya los aumentos en las tarifas de autobuses y trenes subterráneos con la esperanza de apaciguar el clamor del pueblo. Sin embargo, las protestas, que cargan contra la corrupción, no sólo se centran en este tema, sino que también exigen mejor educación y hospitales, un transporte público de calidad.
Las redes sociales han servido para coordinar a la gente dispuesta a salir a la calle para unirse a las protestas. La idea de los organizadores es reunir más de un millón de personas para protestar las últimas decisiones del gobierno.
El elevado desembolso en la organización de eventos deportivos como la Copa del Mundial de fútbol y la subida en 10 centavos de dólar de los billetes de transporte público encendió la ira de los brasileños, que en los últimos días han salido a las calles de diferentes ciudades del país. La presidenta Dilma Rousseff les ha tendido la mano y dijo estar dispuesta a escuchar el clamor de los manifestantes./RT.com/Colarebo
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