
Tras esta farsa represiva se esconde un pacto perverso entre Nayib Bukele, el autócrata milenial de El Salvador, y Donald Trump, el mercenario de la política xenófoba estadounidense.
En un intercambio cínico que explota la dignidad humana, Bukele se prostituye como carcelero de Washington: acepta a cientos de deportados —etiquetados como «criminales» por la maquinaria racista del ICE— a cambio de 20.000 dólares anuales por cada cuerpo encarcelado.
Así, el régimen de Bukele no solo consolida un modelo de negocio carcelario, sino que también inaugura un mercado de carne humana donde los cuerpos de los migrantes son moneda de cambio en la geopolítica imperial.
Este no es un acuerdo simple: es la colonialidad del poder en su máxima expresión. Estados Unidos externaliza su apartheid migratorio, convirtiendo a El Salvador en un patio trasero para su desecho social, mientras que Bukele convierte las celdas en un «banco-prisión» que financia su proyecto autoritario.
¿Rehabilitación? ¿Justicia? No. Es la privatización de la miseria, un experimento neoliberal donde los pobres son presas rentables y los derechos humanos se valoran en dólares.
Aquí no hay ganadores, salvo las élites que trafican con el sufrimiento. El deporte, ya criminalizado simplemente por existir en la mira del imperio, será sepultado en un sistema penitenciario diseñado para el castigo, no para la reinserción.
Mientras tanto, Bukele y Trump —dos caras del mismo fascismo posmoderno— celebran su alianza tóxica, lavándose las manos con billetes manchados de exclusión y muerte.
Este es el capitalismo carcelario al desnudo, un negocio que convierte la desgracia en dividendos y a los Estados en sicarios de un sistema que devora a sus propios hijos. ¡Basta de romantizar a los líderes! Aquí solo hay opresores calculadores y personas convertidas en mercancías. La resistencia anticolonial no es una opción: es urgente.
Konuko
Colectivo de Resistencia y Rebelión. Sergio Rodríguez, Frente Nacional de Colectivos Revolucionarios
💛💙❤️

