A un mes de tu partida
Víctor Méndez Arteaga
La sangre de la mujer latinoamericana, desde la resistencia al imperio español, ha alimentado el espíritu libertario de nuestros pueblos; los nombres de grandes heroínas han llenado las gloriosas páginas de luchas contra todos los imperios que a través de la historia han colocado sus plantas insolentes a lo largo y ancho de nuestro territorio insular y continental, asumiendo las prácticas de las más perversas acciones asesinas y genocidas que por más de trecientos años mantuvieron bajo su yugo, para luego experimentar, mediante subterfugios legales, la aplicación de doctrinas internacionales arbitrarias que les permitieran la potestad a saqueadores emergentes de abrogarse el derecho a someter a los pueblos que obtuvieron su independencia contra las alianzas imperiales en América.
Nuestras mujeres han constituido una fuente inagotable de inspiración libertaria y de lucha por la justicia social en todos los planos de la vida, cargadas de espiritualidad, solidaridad, sacrificio y abnegación se integran a la cotidianidad de nuestros países para combinar sus roles de hijas, hermanas, esposas, madres, estudiantes, artistas, trabajadoras, profesionales, intelectuales y combatientes por la libertad de los pueblos, contra la desigualdad social, el racismo, por el derecho de los trabajadores, campesinos, pueblos originarios y las minorías étnicas; se desdibujan en el día a día dentro de los modelos capitalistas donde además la lucha de clases las golpea con mayor contundencia por su condición de género, a fin de restarle importancia en la conducción de los procesos sociales y las tomas de decisiones.

En nuestros días la combatividad femenina ha logrado conquistar importantes espacios en los más diversos ámbitos, no obstante y a pesar de los esfuerzos, sacrificios y demostraciones de capacidad, inteligencia y disposición, las fuerzas del capital persisten en reducir la importancia de la mujer a un instrumento de la sociedad de consumo y a un objeto del deseo; la dinámica del capital coloca en los más altos niveles, todo aquello que produzca riquezas, dinero; es por lo tanto el dinero la unidad de medición para catalogar y clasificar a las personas, para los capitalistas el éxito se traduce en cuanto dinero es acumulado por alguien, sin embargo la realidad nos dice que la acumulación de riqueza tiene su origen fundamentalmente en la explotación del hombre por el hombre, la especulación, el engaño, o los negocios ilícitos. Los valores no existen para los capitalistas por ello la inteligencia, la capacidad y la honestidad no significan nada para ellos, al menos que los seres inteligentes y capaces estén al servicio de la producción de riquezas para los bolsillos de los poderosos.
Millones de mujeres son invisibilizadas por una dinámica social excluyente, cuyo centro motor es la división de clases; la violencia contra la mujer no es solo doméstica, es también la violencia de mafias delincuenciales asociadas a la trata de personas con fines sexuales, narcotráfico, paramilitarismo y sobretodo violencia política, persecución, torturas y desapariciones forzadas; la violencia contra la mujer es también violencia de un sistema, violencia orquestada por Estados represivos comandados por oligarquías y lacayos, sostenidas por principios imperialistas neocoloniales en el marco de un proceso civilizatorio euro centrista. Pero muy a pesar de las adversidades, muchas mujeres, dejan el anonimato y asumen el compromiso de manera espontánea y absolutamente conscientes de arriesgar sus vidas y logros personales por garantizar la paz y la libertad de sus pueblos, a sabiendas que será también la paz y la libertad para sus familias.
Una de estas formidables mujeres fue Viviana García de La Rosa, nacida en un humilde pueblo colombiano y cuya infancia transcurrió en los sectores pobres de la ciudad de Barranquilla, sus padres trabajadores del campo, jornaleros que recorrían los sembradíos en momentos de zafra, procreando una numerosa familia cuya madre fue acerando el carácter, la personalidad, la inteligencia y la fortaleza, al punto, que les permitió cambiar su modo de vida e incorporarse a una ciudad llena de dificultades y con un clima nada amigable. Formada en colegios católicos, ingresó en la Universidad del Atlántico donde obtuvo la licenciatura en educación, luego de participación activa y protagónica en la vida universitaria, siendo parte de la creación de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), importante organización estudiantil que marcó grandes logros en el plano universitario y cuyos dirigentes fueron blanco de atentados, persecuciones, cárceles, torturas y asesinatos, algo típico de los gobiernos oligárquicos colombianos quienes bajo la tutela de los Estados Unidos utilizaron el terrorismo de Estado como arma en contra de la voluntad de los pueblos.
Bajo amenaza de muerte y con la intención de proteger a su familia, asume emigrar a Venezuela conjuntamente con varios integrantes del movimiento universitario con la excusa de asistir al Festival Mundial de la Juventud y en conmemoración de la Campaña Admirable dirigida por el Libertador Simón Bolívar. Al residenciarse en Caracas se incorporó a la militancia de la Revolución Bolivariana, abrazando la doctrina del Socialismo del Siglo XXI impulsada por el Comandante Hugo Chávez, manteniendo sus nexos orgánicos y militantes con las fuerzas revolucionarias colombianas y apoyando el proceso de paz con Justicia Social, abogando por el cumplimiento de los acuerdos y el cese de los ajusticiamientos y la persecución a los excombatientes de la Farc-Ep, el exterminio a los dirigentes sociales y la Paz total para Colombia.
En Venezuela participó decididamente en contra de las conspiraciones y ataques en contra de la Revolución Bolivariana, como parte integrante de los movimientos sociales, consejos comunales, comunas, movimiento de mujeres; formó parte de medios de comunicación dirigiendo el periódico “Petare al Día” y siendo pieza primordial del Circuito Comunicacional Petare al Día, con la conducción de medios impresos, radio y televisión. Sus labores como comunicadora la llevaron a contribuir con la obtención de los Premios y reconocimientos como: Fabricio Ojeda al programa “Petare al Día” como mejor programa de TV; Premio Fabricio Ojeda al periódico impreso “Petare al Día” como mejor periódico y también como mejor diagramación; el Premio Aníbal Nazoa y Municipal de Sucre, como mejor programa de radio.
En el mundo académico su participación fue sumamente destacada al colaborar en los equipos de investigación de la UNES, cursar estudios de doctorado en la Universidad Bolivariana de Venezuela, Maestrando en Historia Militar del Instituto de Altos Estudios de Seguridad de la Nación, Diplomante del Centro de Estudios Simón Bolívar y UBV, participar en la elaboración de innumerables planes, programas y proyectos de políticas públicas.
Joven mujer amante del arte cinematográfico, el teatro, las artes plásticas y la música, conocedora a profundidad y defensora del Sistema Nacional de Orquestas y Coros de Venezuela; madre responsable, abnegada y con extraordinarios proyectos de vida para su familia, poseedora de un extraordinario concepto de la amistad y la lealtad, cargada de sensibilidad humana y de una especial forma de relacionarse con sus congéneres. Defensora y protectora de los animales, llena de amor por sus mascotas y preocupada por los animalitos en situación de calle.
Viviana contaba con una inmensa capacidad de amar, llena de humildad y sutileza, dura en la crítica e irreverente, pero absolutamente leal y confiable; su vida se disputaba en dos dimensiones Barranquilla y Caracas; en la arenosa sus padres, hermanos, sobrinos a quienes amaba de apasionada manera, con un profundo frenesí y un sentido inconmensurable, la distancia era tormento incesante que además la abrumaba de temores.
La Sultana del Waraira Repano constituía su bunker, su protección, una mujer que amaba demasiado requería un entorno esplendido como el valle de Caracas, para soñar con la realización plena. Su frágil figura cubierta de una particular belleza resaltaba con sus atuendos originales y buen gusto, que le otorgaban una destacada elegancia marcada por la policromía de sus pañuelos en el pelo que la hacían especial.
Que otra cosa podría esperarse de un ser especial, madre sacrificada, compañera leal, solidaria y amorosa; amiga incondicional, revolucionaria cabal; la vida no permitió que disfrutáramos más de las hermosas cosas que encerraba en su alma, una emboscada de mezquindad artera, solo queríamos disfrutar de tus hermosas bondades de ser humano excepcional.
Finalmente, el increíble sentido del humor que poseía, una combinación de los giros y vocablos de la costa colombiana con la creatividad venezolana, unida a su creatividad y ocurrencia la dotaban de una simpatía sin igual.
Hasta luego Viví, solo te separas de nosotros por un breve lapso, guárdanos un lugar en las tertulias que encenderás en el lugar en que te corresponda pernotar, te amaremos por siempre.
