El Problema de la Aviación

Por: Henry Pacheco

La cuestión de la aviación, ha sido una de las más repetidas de esta guerra en la que la estrategia de Ucrania para lograr la entrega del armamento deseado se ha basado en repetir hasta la saciedad su necesidad y, sobre todo, actuar dando por hecho que llegará más temprano que tarde.

Los  líderes de la diplomacia occidentales de sus respectivos países, y en la que el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania afirmó en relación a los esperados misiles Taurus que “lo haréis de todas formas, solo es cuestión de tiempo”. Promulgar el derecho de Ucrania a ciertas armas, dar por hecho públicamente que han de llegar y simplemente exigir rapidez ha sido el modus operandi de Kiev desde las primeras peticiones de armamento en las semanas posteriores al inicio de la guerra rusoucraniana y se han acumulado a lo largo de este año y medio.

Ucrania ha logrado, a base de exigir cada vez más, artillería pesada, sistemas antiaéreos occidentales, tanques de los países de la OTAN y misiles británicos en un flujo de armamento, munición, financiación, instrucción y suministro de inteligencia en tiempo real sin precedentes en una guerra proxy.

La estrategia funcionó para Ucrania y el canciller alemán aceptó finalmente, pese a sus reticencias personales, el envío de tanques Leopard, que finalmente no han tenido en el campo de batalla el éxito que Ucrania deseaba. Pero antes incluso de que el Gobierno alemán confirmara la aprobación de los envíos, cuando la campaña mediática de presión a Olaf Scholz incluía a miembros de su ejecutivo, Ucrania comenzó ya a exigir que la coalición de tanques se repitiera para la aviación. No eran suficientes las aeronaves que países como Eslovaquia o Polonia habían donado a Ucrania. Kiev no deseaba cazas de diseño ruso o soviético adaptados para el uso de misiles occidentales. Los motivos eran variados, pero uno de los menos comentados por la prensa es que las aeronaves rusas de las que disponía Ucrania superaban en sus características a las entregadas por Polonia. Ucrania, un país aliado de Rusia hasta 2014, había recibido un material privilegiado al que otros compradores no habían accedido. Kiev buscaba también, como ha hecho con la insistencia de recibir material occidental, no ruso o soviético, sustituir su armamento por el ideológicamente más correcto material occidental para reforzar su argumento de que Ucrania lucha por los países de la OTAN y con armamento de la OTAN. Esta es precisamente una de las bases del argumento ucraniano de que el país es ya de facto miembro de la alianza, por lo que la adhesión oficial no debe retrasarse.

Ante todo, Ucrania precisaba de aviación, rusa u occidental, debido a las pérdidas que había sufrido en los primeros momentos de la guerra, cuando Rusia atacó hangares y aeropuertos. Aunque la Federación Rusa nunca logró destruir completamente las infraestructuras ucranianas, sí dañó la aviación hasta convertirla en un aspecto prácticamente marginal de las capacidades ucranianas durante meses. De ahí que el primer grito de auxilio de Ucrania fuera el de “cerrar los cielos”, es decir, derribar las aeronaves rusas para equilibrar la potencia aérea. Aunque la aviación no es uno de los fuertes rusos ni Rusia ha logrado nunca un control absoluto de los cielos -fundamentalmente debido a las potentes defensas antiaéreas ucranianas, hasta hace unos meses básicamente material de fabricación rusa-, el desequilibrio entre el potencial de los dos bandos enfrentados ha sido siempre una de las cuestiones que Kiev ha exigido solucionar a sus socios. Una vez conseguida la promesa del envío de tanques, Ucrania trabajó activamente para ello, primero exigiendo el material y después, cuando el argumento occidental era la falta de pilotos capacitados para su uso, proponiendo facilitar la llegada de voluntarios extranjeros. Esa propuesta del entonces ministro Oleksiy Reznikov nunca tuvo opción de salir adelante. Esa legión extranjera similar a los voluntarios, mercenarios y todo tipo de soldados de fortuna que llegaron a Ucrania a partir de febrero de 2022 para actuar como infantería y carne de cañón de algunas de las batallas más duras difería notablemente de la petición de pilotos capaces de manejar un F-16. Así que Ucrania volvió al plan original de presentar la aviación occidental como el arma decisiva que iba a cambiar la guerra, una táctica usada también en el caso de los tanques.

En agosto, dos meses después del inicio de la contraofensiva de Zaporozhie, Ucrania recibió finalmente la buena nueva y pudo anunciar la aprobación de Estados Unidos al inicio de la instrucción de pilotos ucranianos y el envío del material una vez finalizado ese entrenamiento. En aquel momento, Reznikov anunció que la instrucción de pilotos ucranianos en el manejo de los F-16 ya había comenzado. A ello siguieron los anuncios de los pilotos asignados para la instrucción, apenas 16, lo que indica que esas armas no van a poder por sí mismas crear el efecto prometido por Zelensky. “Rusia no tendrá nada que hacer”, afirmó el presidente ucraniano pese a que, hasta ahora, todas las armas que Kiev ha presentado como milagrosas han resultado de utilidad, pero no han cambiado el desarrollo de la guerra, marcada en su primer año por la artillería, la infantería, la táctica y la logística.

Tras el anuncio, varios países mostraron su interés por instruir a pilotos ucranianos y siguió hablándose durante semanas del inicio de la instrucción. El momento era delicado para Ucrania, tras dos meses de decepcionante ofensiva y ante la evidente necesidad de presentar buenas noticias. En realidad, el anuncio del envío de aviación occidental contaba con un matiz de derrota, una muestra de que la actual ofensiva no iba a lograr los objetivos militares y políticos planteados. Además, ese inicio del proceso de instrucción que anunciaba Reznikov llevaba a cierto error. En aquel momento, los medios precisaban que el aprendizaje llevaría seis meses, aunque el periodo podía ser incluso mayor. De esta forma, los F-16 no llegarían a Ucrania al menos hasta primavera, quizá para la futura ofensiva de 2024.

La complejidad de la tarea se ha comprobado esta semana, cuando Político anuncia que en los próximos días comenzará la instrucción de los pilotos ucranianos en Estados Unidos. Es ahora y no el pasado agosto, como afirmó el entonces ministro, cuando va a comenzar finalmente ese aprendizaje, superada ya la fase de estudio del idioma en el que ha de realizarse el proceso. Los seis meses de entrenamiento previstos pondrían el final de ese proceso a finales de abril, quizá incluso mayo, un retraso que Kiev posiblemente considere excesivo. Los resultados de la contraofensiva actual y las constantes quejas de altos mandos ucranianos sobre las exigencias estadounidenses de continuar una operación militar terrestre sin cobertura aérea, algo que los países de la OTAN jamás aceptarían para sus ejércitos, hace improbable otra operación a gran escala antes de resolver la cuestión de la aviación.

Mucho antes que, con los tanques occidentales, que también iban a cambiar la realidad de la guerra, las expectativas de los efectos de los F-16 parecen comenzar a descender. Político, por ejemplo, insiste en el “pequeño grupo de pilotos ucranianos”, dando a entender que la capacidad de Ucrania de incluir en su doctrina la aviación occidental será limitada. Pero quizá lo más importante del artículo queda para el final, cuando el medio estadounidense se refiere a las dificultades que han surgido para crear la “coalición” de países para instruir a los pilotos, proceso que “llevó meses”. De ahí que la instrucción en Estados Unidos no haya comenzado aún y que se limite aún a simuladores en los países europeos.

“Los pilotos primero aprenderán lo básico del manejo de los F-16 en clases y en simuladores antes de pasar a volar con las aeronaves, como es típico para cualquier programada de entrenamiento de pilotos de las Fuerzas Aéreas”, añade Político, que se refiere una vez más a esos seis meses de instrucción, un periodo excesivo ante las prisas de Ucrania por presentar resultados tangibles a los países que espera que continúen financiando al país. “Sin embargo, según un oficial de primera, el curso puede ser acelerado debido a la necesidad urgente de devolverlos al frente”, admite el artículo. Las semanas en las que los pilotos ucranianos empleen en la instrucción de los escasos F-16 que van a aparecer en el frente en primavera o verano de 2024 implica también su ausencia del frente, dejando aún más al descubierto las carencias de la aviación ucraniana. A ello hay que sumar el peligro que supone una instrucción acelerada, algo que se ha comprobado ya en la actual campaña. La acelerada instrucción de las tropas y las carencias de ese entrenamiento han sido una de las quejas que han trascendido incluso en la prensa ucraniana y que en la actual ofensiva se ha traducido en enormes bajas. Sin embargo, la precipitación parece seguir siendo uno de los principales argumentos de las autoridades ucranianas, ansiosas por ver volar a la aviación occidental sobre sus cielos, aunque vaya a tratarse de una cantidad que difícilmente va a cambiar la realidad del frente y puede hacerse a costa de la seguridad de sus propios pilotos.