Cada Miércoles Santo es tradicional en la ciudad de Caracas visitar y acompañar durante su procesión al Nazareno de San Pablo. Su devoción es constante, pero se acrecienta durante la Semana Santa, ya que recibe miles de creyentes de diferentes partes del país. Muchas son las historias, promesas milagros y favores que guarda en silencio la venerable imagen

–Miren el Nazareno nos manda una señal…
–Dios, se le enredó un racimo de limones en la corona de espigas…
—Claro, chupemos de esos limones, hagamos limonada, tomemos de ese fruto que no lanzó el Nazareno para combatir la peste…

En 1697 una epidemia de la peste del vómito negro, o escorbuto, afectó a la ciudad de Caracas.

En ese entonces la población le dedicaba gran parte de su tiempo a labores religiosas de rezos para el Nazareno de San Pablo.

Cuenta la historia que en un lugar cercano al Templo de San Pablo existía una huerta plantada de limones, cuyos azahares perfumaban el ambiente.
En aquella ocasión una epidemia azotaba a los caraqueños, por ello, el Nazareno fue sacado en procesión a petición de los feligreses.
Al pasar la imagen por la huerta, un racimo de limones quedó enredado entre la corona de espinas del a adorada imagen del Nazareno, desprendiéndose del racimo y cayendo al suelo todos los limones de la rama.
Los devotos los recogieron. Lo utilizaron para elaborar algunas infusiones y preparar té. Otros, los exprimieron y obtuvieron un zumo concentrado y se los suministraron como medicinas a los enfermos, quienes “milagrosamente” sanaron muy pronto.
En 1880, Antonio Guzmán Blanco mandó a demoler el Templo de San Pablo. Esto, porque tenía problemas con los sectores católicos del país y con el clero de la iglesia.

Luego, en ese mismo sitio Guzmán ordenó levantar el Teatro Municipal que fue inaugurado en 1881.

Una de las anécdotas populares más curiosas del Nazareno se refiere a la inauguración del Teatro. Se dice que cuando Guzmán Blanco acudió a dicho evento, ya instalado en el Palco Presidencial sintió la presencia del Nazareno, quien le preguntó:
–¿Dónde está mi iglesia..?

Según el relato, Guzmán le contó lo acontecido a su esposa, y fue tan grande la impresión de ambos, que dio como resultado la inmediata construcción de la Iglesia Santa.

Sin embargo, la explicación política y social que señalaron los seguidores del Presidente apuntaba al hecho de que Guzmán Blanco ordenó construir la basílica de Santa Teresa y Santa Ana como un amoroso regalo a su esposa.

Sin embargo, el mandatario no pasó por alto al Nazareno de San Pablo, cuya imagen fue llevada a dicho templo, donde se encuentra hoy.


