Crédito y soberanía II

Por: Eduardo Guzmán

Parece oportuno, habida cuenta del éxito de la primera entrega con este título, añadir algunas razones por las cuales, en esta hora, es esencial para Occidente, y por él para el mundo entero, entender y acabar de una vez con la estafa del crédito privado interesado, y defender su soberanía; así como tener bien claro que no puede haber soberanía donde perviva ese privilegio. [1]

  Decimos estas cosas, con cierta ingenuidad, en la creencia de que pueden llegar a circular entre bastantes, esa masa crítica que hay que alcanzar y llegar a mover para que sus propias obras y palabras empiecen la labor de demolición precisa: uno solo casi nada puede.

  Desde la Operación Covid, los banqueros corrientes y centrales de Occidente y sus aliados y colonias han venido creando ingentes cantidades de dinero, en una aceleración coordinada que se anunciaba ya en octubre de 2019 desde uno de los centros de mando del Sistema. [2] Esto, justificado por la pandemia del Covid y las medidas supuestamente dirigidas a combatirla, [3] significa que las acumulaciones financieras que ahora tienen que ser salvadas son muy superiores a las que ya preocupaban a los Cuarenta Ladrones en 2019.

  Todo ello esplica: a) las negociaciones del BIS con la OCS (Organización de Cooperación de Shanghai) bajo el ruido de sables y las matanzas de Ucrania o Gaza; b) las propuestas de ‘Future Money’ hechas por ese centro regulador de la banca internacional, dirigidas a conseguir un dinero privado bajo fachada de bancos centrales (pública) y dotado de las características de programabilidad e interoperabilidad que proporciona la llamada tokenización, [4] y c) la reciente [5] emisión y puesta en circulación de nuevos billetes de dólar en distintas denominaciones desde la Reserva Federal, operación dirigida a mantener la confianza en la moneda principal de esas acumulaciones que están amenazadas de convertirse, en buena parte, en papelote o papel basura, a la vez que amenazan todavía a medio mundo como fuentes de inflación y compra de activos a precios que, para esos acumuladores, son siempre de saldo.

  No hay soberanía ni democracia en un sistema de crédito privado interesado en la medida en que esa operación es la principal y primera fuente de la desigualdad e injusticia que socavan la democracia: unos pocos listos, situados por encima de las naciones y las organizaciones supranacionales sin dejar de estar dentro de unas y otras, ejercen el privilegio de imponer a todos los demás a qué llamamos ‘dinero’, y lo hacen con todas las de la ley porque la ley nacional (o supranacional en Europa) es reproducción de las normas que va estableciendo y reformando ese BIS, de propiedad y control privados, con el apoyo de la red de bancos centrales, casi todos ellos también bajo propiedad y/o control privados.

  En retrospectiva histórica, lo que ha pasado es que el banquero ha asumido el riesgo del vendedor en la transacción comercial o mera compraventa privada, anticipándole el pago del deudor (comprador) cuando, para conseguir la venta, tenía que aceptar el pago futuro o aplazado, es decir, cuando el comerciante o vendedor tenía que confiar en el comprador y le daba crédito. Y como es lógico, ese trato con el tercero financiero interesaba al comerciante medieval que empezó a consentirlo. Pero, a diferencia del comerciante que da o daba crédito al entregar la mercancía, el financiero lo da entregando meros papeles o –luego– números, el depósito en una cuenta del que habla la definición de ‘banco’ que ofrece la Wikipedia. [6]

  Tolerar esa injusticia, y ocultarla o silenciarla en la enseñanza o los medios, incluidas las modernas redes de Internet, ha sido el error secular, sobre todo, de las izquierdas, en la medida en que las derechas –sin saber lo que hacen, como decía el Otro, puesto que pocos son los empresarios que tienen siquiera sea una vaga idea del impuesto disimulado de enormes proporciones que les cuesta el sistema financiero fraudulento que consienten– han estado tradicionalmente alineadas con la banca en esa organización de la economía para la preservación de los privilegios.

  Veamos alguna de las maneras en que, más allá de esa injusticia o desigualdad fundamental que debería bastar para ilegalizar esta práctica, el puro juego del crédito privado creador de dinero revienta la soberanía: cualquier banquito controlado por la banca internacional [7] es un mecanismo de creación de dinero sin fin, puesto que lo único que limita su capacidad de concesión de créditos (o lo que es lo mismo, de creación de dinero) es la cuantía de sus fondos o recursos propios (capital y reservas, patrimonio); pero como la libertad de empresa ampara especialmente al sector bancario, resulta que ese capital del banquito controlado por los Cuarenta Ladrones puede crecer y crecer cuanto ellos quieran y, por ejemplo, destinarse de forma cotidiana, conforme va creciendo, a comprar dólares, es decir: a elevar el valor del dólar respecto a la moneda en que están siendo concedidos esos créditos, que necesariamente perderá valor en proporción a esas operaciones de cambio en el mercado de divisas. [8] Ésa es la manera más sencilla y legal de devaluar o regular a discreción el valor de una moneda cualquiera, y el Estado y la nación correspondientes, al carecer del poder para impedir esa manera de operar, esperimentarán las consecuencias: devaluación, encarecimiento de las importaciones, inflación, etc.

  Se ve con facilidad cómo la llamada ‘independencia’ o ‘autonomía’ del Banco Central, que equivale a su control privado, es imprescindible para mantener este estado de cosas.

  Por sí sola, la inflación permanente en que vive instalado el mundo desde hace ya siglos es resultado del abuso en la creación de dinero, que sólo puede venir de su creación interesada, es decir, privada.

  Y para disimular todas estas operaciones dispone la banca desde hace ya muchas décadas de una estensa red de paraísos fiscales, que se entiende mejor imaginando una red de ordenadores en poder de los banqueros por los que van circulando las anotaciones en cuenta de las operaciones financieras lejos del alcance de las administraciones nacionales; hay en esa red puntos de control privados (cámaras o sociedades de compensación y liquidación, como Clearstream en Europa) que son utilizadas, por un lado, para dar a los amos una idea aproximada de lo que está pasando, de cuánto dinero va creándose y pasando de la realidad a las acumulaciones financieras, y por otro, para borrar el rastro de las operaciones más comprometidas. [9]

  Allá donde –como en la Venezuela bolivariana– el Sistema se ha visto forzado a tolerar algo de banca pública, [10] el marco regulador, repartido en numerosas, dispersas y cambiantes disposiciones, combinado con el ánimo de lucro que impulsa la acción privada, se encargan de asegurar el predominio aplastante del dinero privado sobre el público: Da lo mismo que exista banca pública si no se cierra el grifo del Dinero Absurdo, que conecta a la banca privada que lo crea casi a su antojo con el centro del sistema financiero internacional y sus discretos amos.

  El hecho de que estamos en la guerra o ‘lucha final’ de este Sistema se ve por el hecho de que en muchos de los estados que forman los Estados Unidos, [11] en los últimos años, se han adoptado leyes por las que se crean o se ordena estudiar y organizar la creación de nuevos bancos estatales o públicos, más o menos según el modelo del exitoso Banco de Dakota del Norte (Bank of North Dakota, BND), creado en 1919, que está especializado en participar en las operaciones financieras de los bancos locales o municipales de ese estado. [12]

  Quedan dos clases sociales, si se quiere creer en esa teoría de la lucha de clases que tanto ha servido para lanzar a unos contra otros sin ayudarles a entender las claves de la diferencia, la raíz de las esplotaciones: la de los que saben lo que es un crédito y se benefician de ello (los financieros, con sus aliados), y la de los que aún no lo saben y padecen el abuso absurdo de esa manera de hacer el dinero, el que empezaría a ser medio de cambio más que de acumulación tan pronto como se acabara con su creación y asignación privadas e interesadas.

  Y función esencial de los gobernantes en este Teatro del Fin del Régimen es respetar y conseguir que siga respetándose la ley del silencio que protege la estafa del crédito privado interesado.

  Si entendemos que la fuente principal del poder privado que ha lanzado la operación del N.O.M. [13] es este manantial del dinero privado consentido a los Cuarenta Ladrones, y que la soberanía nacional es una barrera de cierta importancia contra ese peligroso N.O.M. privado, en cuanto que un Estado nacional se rige todavía por un ordenamiento jurídico o sistema de leyes con cierta –digámoslo así– virtualidad democrática; entonces entenderemos la importancia que tiene que el común de los mortales, como pasa en Alemania, tome conciencia de que no puede seguir consintiendo que la cosa de las cosas que es el medio de cambio (llamado ‘dinero’), la más necesaria mientras la especie no termine de emprender la marcha hacia la condición de hermanos que les fue enseñada de manera preclara y duradera, ésa precisamente no puede seguir siendo definida y hecha por unos pocos magnates desconocidos, o sus ejecutivos, como si a todos los demás nada nos importase la manera de crear y asignar el medio de cambio aún necesario. [14]

  Se acabó el mirar para otro lado si queremos tener un medio de cambio justo y empezar a ver la abundancia, es decir, la superación de la necesidad material, hoy todavía artificialmente mantenida en beneficio de los grandes financieros o Cuarenta Ladrones, con el sinfín de nuevas posibilidades en formas de vida y sorpresas creativas que de esa superación, inevitablemente, florecerán. [15]

  Los millones que tienen que exigir ese medio de cambio legítimo a sus gobiernos pueden hacerlo reclamando que se tome el control de la infrastructura de las redes (Internet) para, con ayuda de la blockchain o cadena de bloques (infrastructura de software), organizar los sistemas de creación, asignación y circulación del medio de cambio que permitan a la comunidad empezar a imaginar la democracia (entendida ya propiamente más como superación del poder que como manera de ejercerlo) y la misma vida por encima de la necesidad material, tal como la permiten las máquinas y los conocimientos disponibles.


[1]Que esto afecta a la misma Rusia, uno de los principales centros de resistencia contra la operación del N.O.M. (Nuevo Orden Mundial) privado occidental, queda claro por la denuncia que hizo Glazyev cuando, al comienzo de la Operación Especial contra Ucrania, ese Estado perdió reservas internacionales por importe de varios cientos de miles de millones de dólares en poder, principalmente, del Banco de Inglaterra. Dijo en aquella ocasión ese distinguido economista muy cercano a Putin que aquello constituía “conducta criminal del Banco Central de Rusia”. Es posible que ese banco central, con sus vínculos a la red internacional tejida en torno al BIS (Banco de Pagos Internacionales), sea el talón de Aquiles de ese Estado que los titiriteros que rigen el CMI (Complejo Militar Industrial) y la OTAN, siempre con la mira puesta en la China rebelde del dinero legítimo o limpio, han preferido debilitar primero utilizando a Ucrania, tal y como lo aclaraba la RAND Corporation en 2019 (véase su elocuente documento Overextending and unbalancing Russia—Assessing the impact of cost-imposing options, 2019, disponible en http://www.rand.org).

[2]Véase la SUERF Policy Note no. 105 de octubre de 2019, firmada por cuatro economistas del BlackRock Investment Institute, con el título Dealing with the next downturn: From unconventional monetary policy to unprecedented policy coordination.

[3]Véase, entre los autores citados en el primer artículo de este asunto, el informe muy documentado de Michel Chossudovsky, titulado Worldwide Corona Crisis—Global Coup d’État Against Humanity.Se encuentra en español en http://www.globalizacion.ca.

[4]The future monetary system, incluido en el BIS Annual Economic Report 2022, disponible en http://www.bis.org.

[5]Publicitada en la última semana de mayo de 2024.

[6]Vea quien quiera en el capítulo 2 del libro II de La riqueza de las naciones, de Adam Smith, cómo los orfebres o primeros banqueros empezaron a emitir resguardos de depósito (del oro de sus clientes) por importes superiores al valor del oro depositado, al darse cuenta de lo bien que circulaban como puro dinero. No veía Adam Smith, ni vio Marx en su estela, que ese mecanismo iba a apoderarse o a convertirse en puro poder (“empoderarse” como ahora se dice) por encima de cualquier otro negocio. Y llegaron los ‘artistas de las finanzas’ (como los llamaba el sionista Theodor Herzl) a creerse aquello de “si tovieres dineros, avrás consolación, / plazer e alegría e del Papa razión, / comprarás Paraíso, ganarás salvación, …” que cantaba el arcipreste de Hita hacia mediados del siglo XIV, allá por los años en que, al menos en Venecia y Barcelona, andaban ya los humildes banqueros de antaño practicando esta estafa que es el centro del poder del dinero o del capitalismo mismo.

[7]Y casi todos los bancos nacionales tenían que estar controlados por la banca internacional para asegurar, a través de su red de intereses económicos o participaciones accionariales, la coherencia de la línea informativa sobre la pandemia que tan bien se logró en 2020 y años sucesivos, hasta hoy.

[8]Suponemos aquí que ese mercado funciona como tal, es decir, que los tipos de cambio publicados resultan de las operaciones hechas cada día, aunque en esta etapa de Fin del Sistema y guerra consiguiente (incluida la guerra económica), toda información procedente del propio Sistema tiene que estar al servicio del fin primero que es ganar esa guerra. Vale, sin embargo, esta exposición para entender cómo el crédito da una ventaja abusiva a los titulares de las licencias bancarias que reparten los bancos centrales.

[9]Fue Denis Robert quien en su obra Tout Clearstream (2011 ), rápidamente retirada de las librerías en Francia, dejó ver, entre otros datos más o menos curiosos sobre la operativa de uno de esos notarios de las operaciones de movimiento de dinero entre bancos y multinacionales de todo el mundo, en un punto de entrada y salida de los fondos situado en el centro de Europa (Luxemburgo), que una de las funciones de esa sociedad consistía en borrar operaciones.

[10]Hablamos de Occidente, donde la ley (salvo en Alemania, que sigue ocupada por los atlantistas desde el final de la segunda guerra mundial, caracterizada por su eficacísima red de banca municipal sin ánimo de lucro; véase la obra de Richard A. Werner para más detalles) es el dinero privado y, por tanto, poder privado.

[11]Massachussetts, Nueva York, Oregon, Washington, New México, Hawai. Un buen ejemplo es el proyecto de ley relativo a la adopción de la New York Public Banking Act, de 2021, que tiene por objeto adoptar esa ley (New York Public Banking Act) con el fin de crear un marco normativo seguro y adecuado para las ciudades y los condados que aspiren a crear bancos públicos. Dicho proyecto de ley (bill) contempla autorizar al Department of Financial Services del estado otorgar las oportunas licencias de banca pública (public-bank charters). Con los citados, suman 33 (teinta y tres) los estados que, hasta el año 2023 en que se hizo  el informe citado, habían adoptado disposiciones en esta dirección. Fuente: Informe de Richard A. Werner, complementado con datos de Catherine Austin Fitts, citado en la nota 12 siguiente.

[12]La destrucción de la banca pequeña es evidente si se tiene en cuenta que, en Estados Unidos, en los últimos treinta años, han desaparecido unos diez mil bancos, a la vez que aumentaba mucho el volumen de crédito; esta concentración de la actividad, visible también en el resto de Occidente (en especial, en la UE), alcanza su punto máximo en esta hora de la crisis terminal del Sistema, cuando ha sido anunciado el nacimiento del dinero con características técnicas que no pueden ocultar su finalidad esencial de control social (CBDC). Hay una escelente descripción de las posibilidades y razones de ser actuales de la banca pública, acompañada de una documentada descripción de las características operativas y jurídicas del Bank of North Dakota, en la propuesta de Richard A. Werner titulada Why a Sovereign Bank Is Good for Tennesseee (2023), publicada con ese título en el Solari Report de Catherine Austin Fitts, https://sovereigntennessee.solari.com.

[13]Visible ya en el 11 de septiembre de 2001, otra vez en los sucesivos amagos de pandemias hasta la primera exitosa, la del 2020. Se puede retroceder al asesinato de los hermanos Kennedy, a la anterior advertencia de Eisenhower sobre el CMI, y así sucesivamente hay quien llega hasta la operación de mudanza de una parte del Senado romano a las seguras lagunas de Venecia bajo la presión de los bárbaros en las fronteras del Imperio, conectando así el ideal imperial hereditario, de conocida vigencia en la oligarquía veneciana renacentista, con las artes financieras que, como queda dicho, guardan relación con esa que fuera poderosa e intrigante República de Venecia medieval y renacentista.

[14]Eso que la todavía desconocida teoría del crédito desagregado, formulada por Richard A. Werner, ha colocado en lugar principal entre los factores que determinan la buena o mala marcha de la actividad económica.

[15]Frente a las evidentes ansias de los globalistas tendentes a organizar una red de control social basada en la automatización y la toma de decisiones por algoritmos en función de criterios preprogramados que ocultan la mano de humano alguno, y por supuesto los intereses y privilegios defendidos con esa programación, hay que imaginar la puesta en servicio de esas oportunidades que da la tecnología existente (IA) en beneficio de la liberación del trabajo y la creación de riqueza con fines desinteresados. Y entonces los que aún no se han dado cuenta podrán empezar a apreciar esas otras formas de vida, conocidas por existentes también en todas las generaciones, que no consisten en trabajar, lograr o tener más y más.