Breve comparación del crédito bancario público o desinteresado (CD),y el crédito bancario privado e interesado (CI)

Por: Eduardo Guzmán*

El crédito bancario público o desinteresado (CD, de Crédito Desinteresado) es la manera que tiene la comunidad de atender sus necesidades de dinero (monetarias) sin coste alguno, puesto que la ganancia derivada del eventual cobro de intereses vuelve a engrosar las cuentas públicas y, por tanto, vuelve a estar disponible para su inversión en nombre y por cuenta de todos.

El crédito bancario privado interesado (CI, de Crédito Interesado) es la manera que tiene el banquero de imponer a la comunidad su dinero, que nada le cuesta a él puesto que ese dinero nace en el momento de concederse el crédito o préstamo y ser anotado en la cuenta del deudor. La comunidad soporta al menos el coste de los intereses, que reducen la cantidad de dinero existente en la economía real al término de la operación. Otro coste indirecto incalculable es el poder que el dominio de la fuente del dinero le da a los financieros, poder que se refleja, por lo menos, en todos los sectores de la economía y la política.

Mientras que el CD puede y suele atender necesidades reales de las comunidades (esos gastos sociales que no va a hacer ninguna empresa sometida a la ley de la rentabilidad, esas empresas productivas que suelen faltar en las economías sumisas al poder de la banca internacional y sus aliados, quienes tienen demasiados intereses en los mercados financieros y de capitales para poder atender las necesidades de la realidad, donde vivimos los demás), el CI se dirige necesariamente a las grandes empresas y multinacionales o transnacionales, además de a otras entidades financieras o bancarias, porque son todas ellas las que comparten intereses con los bancos, que ganan más cuanto mejor les va a esas empresas que son sus clientes y deudores. Se ve esto –por poner algún ejemplo– en la dependencia de las compañías aseguradoras respecto de la banca, que es dueña de casi todas ellas: poco les cuestan las indemnizaciones de los seguros o esos grandes edificios de su patrimonio a las aseguradoras, porque se han hecho casi todos ellos a golpe de crédito, es decir, a coste cero para sus dueños, los banqueros. Otra prueba es el control de todas las bolsas de valores del mundo por “un reducido núcleo de entidades financieras”, puesto de manifiesto por Vitali, Glattfelder y Battiston en 2014 en su artículo The network of global corporate control (fácilmente disponible en Google).

Mientras que el CD es legítimo además de legal, el CI (que parece legal aunque hasta hace bien poco no había en Occidente ley alguna que dijese al curioso lector el significado de la palabra ‘crédito’, a saber: creación de dinero de la nada) choca frontalmente con muchos principios generales del Derecho (como, por citar uno solo que siguen citando los jueces y tribunales, ése que dice nemo plus iuris ad alium transferre potest quam ipse habet, que seguía vigente desde la antigüedad hasta los años ochenta del siglo pasado, cuando yo hice la carrera de Derecho, y viene a decir que nadie puede darle a otro un derecho que no tenga él mismo: pero el banquero da al deudor un derecho o poder de compra –eso es lo esencial del dinero– que él mismo no tenía antes de ejercer el privilegio de inventárselo) y con la misma regulación legal, codificada o constitucional de la estafa y la usura, donde allí donde pervive tal regulación: en cuanto a la estafa, puesto que ni el deudor sabe que nada le ha costado el crédito al banquero ni cómo la operación encarece su vida y la de sus prójimos (ciclicidad de la economía o sucesivas crisis más o menos catastróficas, inflación permanente), ni la comunidad es consciente de ese sobrecoste o impuesto disimulado que le paga a los financieros (bien llamados ‘Cuarenta Ladrones’ para no entretenernos con sus vidas y fechorías, que ya nos entretienen ellos más que de sobra con sus Medios de Formación de Masas), y se cumplen en esta operación los cuatro requisitos que los códigos penales establecen para estar en presencia de la estafa: ánimo de lucro del estafador, engaño al estafado, error de éste y pérdida patrimonial (vea quien quiera mi documento Más sobre la estafa del crédito privado interesado); en cuanto a la usura, pues consistía ésta hasta hace bien poco, allá donde se sancionaba, en cobrar intereses escesivos, pero ¿qué tipo o tasa de interés está la banca cobrando a sus deudores si se tiene en cuenta que el banco no pone nada en la operación, consistente en un mero acto de escritura?

El CI es incompatible con la soberanía nacional, puesto que parte esencial de ésta es la soberanía monetaria; siendo evidente que no tiene soberanía monetaria un Estado que no controla el crédito o creación del dinero, y que en todo Occidente esa soberanía está en poder de los titulares del CI, pues ya se han cuidado ellos de conseguir que la banca pública no pase de representar una pequeña parte del pastel del crédito o nuevo dinero que entra sin cesar en la circulación (basta con observar la universal prohibición al banco central de financiar a las administraciones públicas para saber que el sistema de financiación de los poderes públicos es también privado). En cambio, el CD fortalece la soberanía nacional al dar independencia a los poderes públicos respecto del poder financiero y, en general, del poder del dinero. Ésa es la diferencia entre China y Occidente: la primera, centro impulsor de los BRICS y modelo de Estado que ha logrado transformar su economía real en poco tiempo (desde la muerte de Mao Zedong en 1978), convirtiendo una economía fundamentalmente agrícola en economía moderna en toda regla, a la vez que cientos de millones de personas salían de la pobreza (véanse, ya desde los primeros años de la década de 1990, los informes del Banco Mundial, agencia de los Cuarenta Ladrones dedicada a endeudar con CI a los Estados menos desarrollados); el otro, Occidente, donde estamos, en América o Europa (puesto que buena parte de África y Asia están empezando a romper las cadenas de la banca de los Cuarenta Ladrones), endeudado, estancado desde hace decenios, y ahora sometido a la obligación de satisfacer los designios de los Cuarenta Ladrones en sus sucesivas campañas biomédicas, mediáticas o bélicas dirigidas hacia la conquista del poder mundial privado (campañas de rennovación energética forzada con pretestos ambientales, Operación Covid, Ucrania, Gaza, Líbano, Irán, etc.)

Esta relación entre el crédito y la soberanía es la que ha convertido al CI en un arma de primer orden, capaz de tumbar las monedas de los países que se quieren dominar, en virtud de la convertibilidad y del carácter prácticamente ilimitado del volumen de dinero (crédito) que pueden crear los bancos privados dominados por la gran banca internacional, en un mercado en el que los paraísos fiscales y las personas y entidades interpuestas juegan un papel determinante. (Véanse los artículos adjuntos Crédito y soberanía y Crédito y soberanía II).

El CI exige e impone la independencia o autonomía del Banco Central (BC), que tiene la función de vigilar y mantener este sistema de dinero privado, saneándolo en cada previsible y prevista crisis por el procedimiento de entregar grandes cantidades de dinero, que nada le cuestan al BC, a las entidades financieras que lo van acumulando y sacando de la circulación real por los medios indicados, y enviándolo a sus negocios, bolsas de valores y otros mercado de capitales (el Casino); en realidad, esa necesidad periódica de sanear los balances de los bancos y entidades financieras refleja el estrangulamiento periódico de la economía por el sistema financiero (se conoce bien este efecto del crédito sobre las bolsas al menos desde la crisis de 1929; véase la obra de Fisher, distinguido economista que perdió sus ahorros en aquella ocasión) y la necesidad de disimular otra vez el hecho de que nada les cuesta el dinero a las entidades financieras; y sirve para ver que el Banco Central, que en Occidente es de propiedad privada (modelo de la Reserva Federal estadounidense organizado antes de y para comenzar la primera guerra mundial) o está bajo control privado (modelo del BCE dirigido desde su fundación por agentes de los Cuarenta Ladrones, a veces, como en la actualidad, con antecedentes penales por delitos económicos), puede ser utilizado a coste cero pero… es solamente el CD el sistema de creación de dinero que puede hacer ese dinero a coste cero, como en China, con criterios de interés público o común, es decir, sin regalárselo en el acto a los financieros y algún otro magnate de su cuerda, pues es en el sistema de CD donde la autonomía o independencia es una cualidad de los poderes públicos, quienes actúan por cuenta de la comunidad y no de los Cuarenta Ladrones, y no una necesidad del Banco Central, el cual en el sistema de CD está espresamente sometido al poder del gobierno.

Las relaciones de soberanía y dependencia bajo el CD y el CI son, pues, opuestas: en Occidente, en virtud del poder del dinero privado (que es poder privado sin más), la soberanía nacional no existe o (como en Venezuela) está muy debilitada por ese poder del dinero privado; dicho de otro modo más claro y poco entendido aún: en Occidente hay soberanía nacional, pero ésa está en manos de la banca internacional, la cual, desde el Banco de Pagos Internacionales (BIS, Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, cuyas normas se reproducen en las leyes nacionales referentes al crédito), coordinado en su labor reguladora desde los poderes innombrables o anónimos, poderes fácticos que manejan el BCE, el Sistema de la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra (Bank of England), controla y regula los sistemas bancarios y financieros nacionales; la banca internacional es el centro del poder privado mundial, y por eso se reconoce su mano en muchas de las operaciones de rapiña internacional de estos últimos decenios: Iraq, Libia, Siria, etc.; ella (también llamada ‘los Cuarenta Ladrones’) es la titular de la soberanía nacional en los distintos Estados por el control accionarial (económico) de los sistemas financieros nacionales. Su fuente de alimentación o mecanismo de esprimir a los súbditos trasvasando riqueza de la realidad a su forma numérica en los mercados de capitales y financieros es el CI y, en cambio, el CD, donde y en la medida en que subsiste, resta a los Cuarenta Ladrones poder económico y político a la vez. La banca pública o desinteresada (esta última según el modelo alemán, en especial las Cajas de Ahorros o Sparkassen que el BCE –Banco Central Europeo– viene atacando a golpe de requisitos legales desde hace decenios, las cuales representan cerca del 80% del crédito en Alemania, primer exportador del mundo en términos de volumen de exportaciones por habitante) refuerza (más la pública según el modelo chino) o respeta (más la puramente desinteresada según el modelo alemán) el poder estatal, sede de la soberanía nacional. Significan uno y otro sistema, por tanto: soberanía nacional privada (CI) y soberanía nacional pública (CD).

En el sistema de CD, existen medios de formación de masas de interés público o común, en los que pueden difundirse informaciones o comunicaciones (como este escrito) contrarias al poder del dinero privado y su interés dinerario, y debe vigilarse la presencia en la comunidad de canales de participación en esos medios de quienes no pueden acceder a los medios de masas privados, como es la radio comunitaria en Venezuela, que lleva ya cerca de un año difundiendo esta manera de hablar de la estafa del Dinero Absurdo o Sionista (véase el porqué de este otro nombre del Dinero Absurdo en un artículo reciente: El Dinero Sionista, publicado en el medio digital Colarebo); en el sistema del CI (occidental), los medios de formación de masas, en especial por los mecanismos financieros privados dominantes, han sido sometidos al poder del dinero privado y se dedican, con más o menos conciencia de los periodistas o comunicadores, a formar súbditos de las grandes empresas, de los grandes negocios (como la medicina inconsciente o la renovación energética impuesta y dirigida por los mayores contaminadores de la historia) y, sobre todo, de los financieros.

Una y otra forma de creación de dinero (CD y CI) son mero uso de los números naturales (los que llevamos y utilizamos casi todos junto con la lengua humana habitualmente desde algún momento en el segundo año de vida), lo que hace que tanto el dinero chino como el occidental sean dinero inorgánico, virtual, digital o como quiera cada cual llamarlo: anotar unos números en una cuenta es lo que hace el banco, creador del dinero en la economía moderna (véase el artículo Money creation in the modern economy del servicio de estudios del Banco de Inglaterra, donde se ve cómo en 2014 esa institución, que venía practicando la referida estafa desde finales del siglo XVII, esplicaba la creación del dinero en el crédito y su destrucción en el reembolso, si se produce, anunciando con esa esplicación la debacle del Sistema impulsada por medio de la Operación Covid en 2020 y hasta hoy).

La diferencia no está por tanto en el acto, sino en la identidad de quien lo hace y los efectos diferentes que de esa identidad se derivan: El CI es absurdo, puesto que lo crean quienes necesitan la demanda de dinero y eso hace que, al finalizar la operación de crédito con el reembolso del principal y pago de los intereses conforme a lo pactado en el contrato, haya en la realidad (llamada ‘economía real’) menos dinero que antes del crédito: consiguen su objetivo, y se llevan los intereses sin haber puesto ni un clavel; mientras que el CD es lógico, pues implica un uso de los números, en nombre y por cuenta de la comunidad, que sirve para facilitar y racionalizar los intercambios de las cosas y los servicios que se compran y venden. No es racional o lógico que esos números que nada cuestan y casi todos necesitan nazcan gratis en manos de unos pocos que se enriquecen así a costa de los demás.

Son los grandes banqueros privados, desde el antes mencionado BIS, quienes regulan el CD y el CI como si de una misma cosa se tratase, y el solo límite que imponen a esta capacidad de sacarse el dinero de la manga es guardar una proporción o relación –resumiendo un poco para no aburrir al curioso lector– entre el nuevo dinero que va creando la entidad y su capital; claro que muy difícil tienen los Estados impedir que un banco utilice una parte de esa capacidad de crédito así tan malamente limitada, para aumentar su capital (el límite de la capacidad de crédito, que se vuelve así imaginario), y es público que lo hacen: los amos del Sistema o Casino financiero aún llamado ‘capitalismo’ por despiste de casi todos los empresarios (quiero decir: los que ganan más o menos, pero en todo caso, hacen algo muy distinto de robarnos a casi todos los demás) tienen así la serie de los números naturales a su disposición, o dinero sin fin, como corresponde a la naturaleza cuasi divina del invento. Por eso sigue habiendo muchos lugares y países enteros con graves problemas de alimentación, agua corriente, vivienda, iluminación, etc. etc.

Pero pueden los Estados que decidan ejercer la plena soberanía nacional, la cual comprende la soberanía monetaria, limitar o impedir el CI y potenciar el CD cuanto quieran, pues nada –en rigor– cuesta el capital de un banco público o desinteresado (no digamos el de un banco central público) desde el momento en que el Estado rompe las cadenas que le sujetan a la disciplina privada impuesta por la banca en materia de moneda y crédito, y decide potenciar el dinero público.

Ah, y aclaro que, después de haber recibido amenazas y un ofrecimiento de residencia segura en el estranjero procedentes de agentes de los Cuarenta Ladrones (en concreto, de uno que fungía como miembro del ahora llamado Comité para la Anulación de las Deudas Ilegítimas, antes Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo –CADTM–, agencia de los Cuarenta Ladrones especializada en limitar la crítica del Sistema que comentamos, la cual trabaja en comandita con la otra pandilla de economistas de izquierdas populares de la banca internacional llamada ATTAC); y después también de ser investigado torpemente por una pandilla de supuestos empresarios marbellíes que eran en realidad agentes y activos del MOSSAD –los especialistas oficiales en vencer por el engaño según el modelo de denegación plausible o creíble (plausible denial) de sus colegas de la CIA tan sionista como ellos–, en junio de 2022 empecé a sufrir ataques con microondas, armas de radiación dirigida necesariamente utilizadas desde el sistema satelital según mi esperiencia en varios países, lo que vengo soportando hasta hoy y dejo constancia de ello una vez más para lo que le sirva a quienquiera que sea: la ciencia dedicada a la mentira y el crimen está en el centro de este sistema, como la medicina dedicada a matar según el modelo del COVID y las campañas pro eutanasia cada vez más frecuentes.

El Sistema se derrumba pero quiere asegurarse el uso y disfrute de lo amontonado en un nuevo Sistema de dinero, sea público de verdad por ser creado por legítimos representantes del interés público o la comunidad (como pasa, en cuanto a cerca del 80% del dinero creado, en las grandes economías de China o Alemania, entre otros lugares y de forma destacada), o solamente público de nombre por venir de los bancos centrales de fachada pública y voluntad vendida o privada, como está tramado (léase en la página web del BIS el documento el documento Future Money referente al nuevo dinero que tienen preparado los Cuarenta Ladrones, que ya ha sido objeto de distintos pilotos y ensayos en diferentes países).

* refugiado en Venezuela, el 17 de octubre de 2024.