Por: Fernando Buen Abad
Se trata de una lucha endógena y exógena, no atomista, sobre un problema complejo pero preciso: La Disputa por el Sentido. Eso incluye las expresiones del Sentido desde el imaginario cotidiano más profundo, en los campos del descanso socialmente necesario, hasta en la interacción de lo objetivo y lo subjetivo en el modelo económico dominante, en la producción social del conocimiento, las relaciones sociales entendidas como “política” etc.
Se trata de una batalla sobre los modos, los medios y las relaciones de producción de Sentido que no pueden separarse de un compromiso crítico sobre el estado actual de las fuerzas productivas en general, ni del estado actual del trabajo, de la producción y distribución de la riqueza material y espiritual. Se trata de modificar las condiciones objetivas de producción de sentido para eliminar las coerciones que, por colmo, nos obligan a entregar nuestro tiempo, de trabajo o de ocio, a los dueños del Capital. Pudiéramos coincidir en el combate a los latifundios ideológicos con que el capitalismo ha construido sus semiósferas hegemónicas y especializar nuestras preocupaciones, y ocupaciones, para consolidar un movimiento global de abolición de la esclavitud semántica. Podríamos coincidir, si nos organizásemos, en la construcción participativa y dialéctica, de un plan emancipatorio internacionalista contra la semiosis (producción de sentido) dominante y contra los núcleos duros del coloniaje mental que depreda las cabezas de los seres humanos. Podríamos producir acciones contra las amenazas y los engaños que nos taladran incesantemente para desmoralizarnos y desmovilizarnos. Podríamos idear un programa de unidad transformadora del modo de producción de sentido para que los pueblos derroten a todas las esclavitudes intelectuales.
Podríamos consolidar una Semiótica para la emancipación capaz de ganar la disputa por el sentido. ¿Qué nos hace falta? Para eso necesitamos otra Semiótica que, esta vez, sea útil para decodificar y para crear caminos superadores de todas las artimañas semánticas y sintácticas; para trasparentar sus núcleos ideológicos y la servidumbre de los “expertos” que se dejan asalariar para la esclavitud de las consciencias. Y, principalmente, generar las herramientas descolonizadoras indispensables si queremos consolidar un Nuevo Orden Mundial en la producción de sentido, que amplíe y actualice al Informe MacBride, donde encontremos el modo y los medios para vivir sin amos, sin clases sociales sin penurias prefabricadas rentablemente. Producir herramientas mundiales de emancipación masiva. Incluyendo la habilitación de una carta de los derechos digitales. ¿Es mucho pedir? Hoy la producción de Sentido se ejerce dentro de los límites fijados por las leyes del utilitarismo convencional burgués. Bajo condiciones de absoluta dependencia semántico-tecnológico que ha secuestrado la producción de Sentido con estereotipos alienantes, en un contexto de explotación acelerada. Soportamos los estragos del modo de producción y distribución hegemónicos que sólo deparan abandono y depresión condenando a los pueblos a la des-organización de sus fuerzas y a la anulación de sus capacidades transformadoras bajo un plan global de inducción de miedo y violencia legalizada.
Para colmo un cierto clientelismo académico y científico elude el debate y la investigación crítica frente al modelo hegemónico de producción de Sentido. Se incentiva poco o nada el desarrollo de protocolos o estatutos de enseñanza, investigación o creación teórica, hacia una práctica científica transformadora. En lo general el concepto de Sentido se reduce al individualismo subjetivista y, casi exclusivamente, se privilegia el estudio lineal de técnicas y formas de clasificación de signos, sin contexto y sin crítica, basada en las perspectivas de la ideología de la clase dominante.
Reinan, no pocos, domadores mercantiles en la formación, e inserción, de estudiantes, investigadores y creadores amaestrados para el mercado laboral del Sentido hegemónico. Y reina cierta degeneración “académica” que es responsable de la proliferación de grupos y tendencias sectarias que se niegan a luchar por los intereses y las necesidades emancipatorias elementales en la situación actual. Dan la espalda a la realidad con sus verdades de mercado y permanecen indiferentes ante la lucha de clases, con sus debates, tensiones y contradicciones. Como si se pudiera desarrollar la verdad, y la ciencia, sin intervenir en esa lucha.
Se rehúsan a someter a crítica a la ciencia misma, con sus teorías y métodos, para transformarla y transformarse haciéndose independientes de la hegemonía burguesa y sus retoños nazi-fascistas, se camuflen como se camuflen. No están exentas de crítica profunda las políticas gubernamentales y las dependencias tecnológicas, más enamoradas de la “farandulización” del conocimiento en manos de “redes sociales” o plataformas de negocios digitales, vendedores de herramientas e ideologías para la servidumbre semántica de los pueblos. Y la extra-territorialidad económica, jurídica e ideológica. Incluso en los negocios de la industria de la propaganda política. Hay una lógica fetichista que se instaló en la producción de Sentido, las leyes de la domesticación rentable y sus técnicas de adiestramiento al consumo temprano de ideologías de época. Con apoyo de algunos gobiernos que desarrollan un movimiento vertiginoso de dependencia conceptual, con tintes preocupantes de fanatismo por el dinero y reverencia por la economía capitalista, y con adoración por la ideología de la clase dominante y su andanada simbólica transitando por todos sus medios incesantemente. Incluyendo, claro, la moral del “derrame” y la ética del servilismo a la riqueza de los patrones. Se trata de un estallido de Sentido hegemónico en fase de fanatización e histrionismos de ultraderecha. Aunque fueron derrotadas las dictaduras militares, operan sus resabios ideológicos hoy por dentro de las democracias burguesas como tendencias más anti-democráticas camufladas con votos.
Han logrado infiltrarse, con pasaporte democrático, y todas las formas del engaño en un terreno publicitario y propagandístico fértil para su irresponsabilidad rentable. Nada hay qué los obligue a cumplir lo que prometen, nada hay que les limite el exhibirse impúdicamente con sus prontuarios delincuenciales más aberrantes. Nada hay que garantice su lugar en la solución de los problemas sociales concretos y, por eso, cualquier “inútil”, sin base social ni electoral legitimada, puede llegar a las cumbres de la “fama” mediática inflada con los artificios de “fake industry”. Hay “golpes de estado” semánticos orquestados por los ejércitos mediáticos oligarcas. Contra la democracia la novedad es una semiosis “mass media” que afinó métodos y tecnologías para taladrar, con miedo y odio prefabricados, los núcleos más profundos de la voluntad y operar desde ahí con dispositivos de guerra psicológica capaces de obligar a las víctimas del capitalismo-neoliberal a votar por sus verdugos. Insistamos. Parte de su mejor conquista es convencernos de que no existen y, si se los descubre, mostrar sus camuflajes de farándula para hacernos creer que son inocuos, superfluos, divertidos e indispensables.
Necesitamos una Semiótica emancipadora porque ellos operan con su forma mutante de la farándula. Acuden a todos los recursos atesorados por el “show bussines” y juegan con ese tipo de popularidad que crea predilecciones -espejismos- más por las fachadas que por las ideas políticas. Crean la política de la anti-política. Política del des-entendimiento, la indiferencia, la abulia y el abandono de toda responsabilidad social a cambio de designar, de la manera más aséptica posible, líderes con “imagen limpia” para el trabajo sucio de garantizar y ampliar los beneficios de los poderes reales. Necesitamos una Semiótica emancipadora porque ellos operan en la semántica idealista de la felicidad y del cambio escapistas, individualistas y mercenarios. Parlotean sobre la honestidad y la abundancia como relato de las cuentas de vidrio a cambio de votos.
Engañan de manera profesional e impune. Prometen lo mejor del “bien” amorfo y van por el mundo como paladines del “trabajo eficiente” (reforma laboral a ultranza) vendiéndose como panacea mitológica para conjurar todos los males de todos los tiempos. Eso relatado con televisoras, diarios, radiodifusoras, cines, muros, volantes y “actos públicos”. Dicen que no les gusta la “confrontación”, que “ya basta de peleas” entre políticos, que todo lo pasado ya pasó y que el único futuro es posible por ellos y de ellos. Pretenden ganar sin que se les oponga resistencia. Necesitamos una Semiótica para la emancipación porque operan en los tuétanos de una democracia porosa y poco rigurosa, pensada para no ser manejada directa y autónomamente por los pueblos. Una democracia burguesa saturada de dinero lavado con intereses sucios, de líderes sospechosos y de ausencia de pueblo. Hay que ver las cifras del ausentismo. Una democracia que sólo se representa ceremonialmente como trance retórico que lo “cambia todo para que nada cambie”.
¿Qué significados tiene esa democracia que se intercambia por bolsas de comida y materiales de construcción? Democracia esclerotizada para obturar el paso de cualquier liderazgo distinto al de los intereses burgueses o distinto al de los intereses de sectas. Principalmente de las sectas mediáticas. Si los pueblos viven bajo amenazas explícitas o implícitas; si la extorsión -directa o indirecta- es preámbulo o acompañamiento de la vida diaria; si para emitir sufragios se ha de sufrir todo tipo de ignorancia, desinformación, engaños, demagogias y falacias; si hay acoso, presiones o compraventa de votos. Si hay cataratas de promesas incumplidas -e incumplibles- a costos de campañas políticas ingentes… El costo promedio de los votos es una pachanga presupuestal sin freno.
¿Qué democracia es esa? Necesitamos una Semiótica para la emancipación porque el poder hegemónico ha hecho que la vida y la experiencia política dependan casi exclusivamente de lo que se dice y se exhibe en sus “medios de comunicación”; porque los políticos son personajes efímeros que sólo son vistos en la publicidad del partido en las entrevistas cómodas pagadas para lucirse; porque el contacto con la realidad es falsificado con escenarios aparentemente reales y actores contratados como decorado; porque la dirección de imagen, moda y poses, es más importante que la dirección política de un programa social consensuado… ¿en qué clasificación de la Democracia inscribimos éste repertorio? Jolgorio de publicistas. Hay que disputar el sentido porque estamos ante un fenómeno viejo, pero renovado en sus consecuencias, que se mueve con toda libertad en el corazón de las democracias burguesas y por eso nos exige un debate hondo basado en una Semiótica emancipadora que deje ver los estragos y los alcances de un fenómeno que recién comienza su fase actual de exterminio de las democracias con discursos “democráticos”.
Ellos cuentan con laboratorios de guerra psicológica y nosotros no tenemos una corriente internacionalista de lucha Semiótica emancipadora. Necesitamos disputar el Sentido para poder encontrar respiro. Hay que frenar la injerencia de lo peor contra los pueblos. Hay que identificar y neutralizar los laboratorios de guerra psicológica que se camuflan como agencias de propaganda política. Hay que explicar el nexo entre los monopolios “mass media” y los candidatos de la burguesía, especialmente sus nexos más serviles. Hay que desmontar el arsenal de armas de guerra ideológica que operan día y noche esparciendo los anti-valores del establishment. Y, sobre todo, hay que democratizar la democracia sin los vicios burgueses que la infectan. Mejorar la organización de la semántica en las luchas de los trabajadores. Garantizar el poder del pueblo para los pueblos, que gobierne la voluntad popular. Democratizar las herramientas de comunicación, democratizar la producción simbólica y la cultura.
En suma, hacer todo lo posible -y más- para sacudirnos el fardo de falacias e hipocresía de un sistema de representación que debe fenecer en manos de un sistema nuevo de participación amplio, de base, confiable y transformador dispuesto a perfeccionarse desde la praxis y desde la autocrítica, científica y permanente. Semiosis nueva, emancipada y emancipadora. Nada menos. No hay duda. Uno de los frentes que mejor expresa la lucha por la Democracia en Latinoamérica, no sin tropiezos, limitaciones y debilidades aun, es la democratización de las herramientas de “Comunicación”. No se lucha por cualquier Democracia ni por cualquier Comunicación, se lucha por una Democracia participativa y tal lucha recorre el continente. Mientras, unos cuantos que son mansos y serviles se aferran al modelo imperial de democracia burguesa y comunicación mercantil; las mayorías elevan con dignidad, de manera desigual y combinada, el mandato democratizador de los pueblos.
Especialmente en los escenarios de lucha jurídico-política, más recientes, se ve con plenitud, ese punto transicional en el que lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no termina por morir. Destacan Ecuador, Venezuela, Bolivia y Argentina. Otros avanzan en su dirección. Esto es hoy, en Latinoamérica, parte insoslayable de una agenda que recorre a todo programa político emancipador. La Revolución latinoamericana tiene que resolver una ecuación magnífica entre Comunicación en Democracia y al mismo E N S A Y O S TLATELOLCO P. 9 tiempo Democracia en la Comunicación, dilema continental en todas sus circunstancias y complejidades. Y en eso estamos. Un archipiélago enorme de voluntades comunicacionales emancipadoras inconexo.
Situación Actual Los grandes debates que en materia de Comunicación se han desarrollado por décadas, en América Latina, han recorrido agendas relativas a la “diversidad de las voces”, a las “políticas de inclusión”, al “riesgo de la monopolización» y a la democratización de las herramientas de comunicación»; hoy se agrega una categoría que debiera ser ineludible en esa agenda de debates y es el problema de la comunicación como un “problema de seguridad nacional” y como “problema de seguridad regional”. Los Estados no pueden seguir siendo sometidos a ninguna estratagema de “polarización” que pretenda poner en “igualdad de condiciones” los intereses mercantiles frente a los intereses comunes de la inmensa mayoría de los pueblos. Llega a ser irracional el hecho de que los Estados deban mantenerse a la defensiva ante ataques organizados por las corporaciones mediáticas, muchas de ellas monopólicas, mientras los Estados democráticos tienen mandatos y tareas concretas -y urgentes- para desarrollar políticas de comunicación emancipadoras, atentas a las necesidades históricas de los pueblos.
Hay guerras burguesas desde los “medios” contra la democratización íntegra de la sociedad, en su sentido más amplio, y en particular contra la democratización de las herramientas de comunicación. Eso ha sido motivo, incluso, de golpes de estado. Abundan los ejemplos. Pero a contrapelo de las burguesías, y para su impotencia y derrota, está naciendo en Latinoamérica una Doctrina Emancipadora en materia de Comunicación, teórico-práctica, que exige seleccionar, con precisión científica, la calidad y la cantidad de acción política con que desarrollarán las nuevas Formas de la Comunicación que no pueden ser otra cosa la continuación de la “Revolución de las Conciencias”. Hay que ser muy insistentes cuando hablamos de una Doctrina de la Comunicación para la Revolución de la Conciencia y combatir a la ideología de la clase dominante que nos inocula su “falsa consciencia” disfrazada de todo género de filantropismos limosneros, reformismos academicistas y demás cháchara erudita, edulcorada con palabrería cientificista.
A no confundirse, una doctrina de La Revolución Comunicacional, con sus tareas indispensables en este momento, está siendo escrita rigurosamente en la realidad y es la producción de sentido que genera la lucha en las bases y que se expresa en el programa que, al abordar el problema de la semiosis emancipada y emancipadora. Tal Doctrina está siendo redactada, por la mano de la lucha y desde la perspectiva de las víctimas de la alienación generada por la ideología de la clase dominante que usa sus máquinas de guerra ideológica para esclavizar la mano de obra y la conciencia. Se trata de una Doctrina de nuevo tipo que ahora también hace uso de armas comunicacionales, políticas, jurídicas y organizativas. Se trata de una voluntad desarrollada por las bases para impedir, a toda costa, que la burguesía deprede a sus anchas, y actúa, no sin peligros empiristas, mientras se logra su total extinción. Lo que esta Doctrina tiene en su conciencia, es que la acción real de una Revolución social también se desarrolla como Revolución Democrática y Comunicacional expresada, históricamente, en la lucha de clases. Se acrecienta la toma de conciencia y todo lo que aparece como un avance de la Revolución, al mismo tiempo, es avance del saber colectivo. No nos alcanza, desde luego, con la conciencia particular del revolucionario, de lo que se trata es de saber entender cómo, con esa Doctrina naciente, crece un programa de todos, empeñado en hacer visible que la Revolución es, también, producción de sentido transformador y permanente. Semiótica emancipadora.
La disputa por el Sentido ha dejado en claro que se debe construir un poder comunicacional de nuevo género, para la mayoría y por la mayoría, dirigido sistemáticamente a resolver los problemas, las necesidades materiales y espirituales propias de la nueva situación revolucionaria que es, por definición, una manifestación de la democracia socialista, aun incipiente, en la que se plantea, como parte de su tarea, luchar por una sociedad plena de igualdad social, sin diferencias de clases. Es esto lo que tensiona y desespera tanto a los monopolios mediáticos y a los poderes oligárquicos que miran cómo, a diario, surgen iniciativas rebeldes, cargadas con creatividad y con inteligencia resueltas a nos ser más esclavas de la voluptuosidad consumista ni del capricho esclavizante de los negociados burgueses. Proliferan las certezas de que el cambio de raíz es posible no por voluntarismo sino por experiencia organizativa que, entre sus dificultades y limitaciones, vence desafíos diariamente. Todo medio es útil desde la palabra hasta lo «digital». El objetivo es el mismo. Y está a la vista creciente y madurado. Nuestra disputa por el Sentido necesita estrategias nuevas para el desarrollo de las fuerzas productivas con apoyo en la ciencia, en la tecnología y en la organización de los trabajadores hacia un marco de relaciones de producción con desarrollo cultural, anti-colonial y de liberación de los caudales expresivos plenos de riquezas, estéticas y éticas, consustanciales a la realización de la democracia socialista. En ese marco están las propias herramientas de comunicación al servicio de la semiosis bajo el poder colegiado de los pueblos. Hay cientos de casos nacientes.
Debemos insistir, es la oligarquía, con sus banqueros, empresarios, terratenientes e iglesias… nacionales e internacionales, acaparadores de la riqueza, quien también es dueña de un arsenal enorme con armas ideológicas para atacar a la clase trabajadora, son armas materiales, militares, mediáticas y políticas para imponer su modo de ver e interpretar la realidad toda. Semejante poder emana del hecho de que son ellos los que dirigen la economía y parte del Estado. Mientras la burguesía siga gozando de ese poder económico la estructura mediática servirá, fundamentalmente, aunque no exclusivamente, para encubrirlos. La única Democracia real y posible se logrará expropiando a los grandes millonarios, es decir, arrancándoles la base material de toda su fuerza. Hay que arrebatarles, democráticamente, todas las armas con que atacan a los pueblos. Incluidas las armas mediáticas y las armas de producción de sentido. Los pueblos decidirán, democráticamente, cuándo. El capitalismo no es sólo un sistema de producción de mercancías, es además un sistema que produce Sentido, cultura, valores éticos, morales y estéticos para consolidar las condiciones materiales de existencia burguesa, la propiedad privada de los medios de producción y la explotación de la fuerza de trabajo. La lucha democratizadora, tan pronto democratice las relaciones de producción de Sentido, debiera propender a la terminación de los monopolios. E N S A Y O S TLATELOLCO P. 13 También nace una oportunidad magnífica de lucha contra el burocratismo semiótico. La Revolución de la Conciencia debe avanzar exponencialmente encarnada en todo funcionario de toda escala y en todos los sujetos al servicio de las democracias nacientes que deben expresar con mayor compromiso su tarea militante, su esfuerzo permanente y su irrenunciable compromiso con la transformación de la realidad. El pensamiento democrático revolucionario en América Latina no puede entramparse en los viejos vicios que los pueblos tanto odian y debe superar el relato estereotipado porque su espíritu ha de ser internacionalista sin negar lo propio. El Gobierno como motor de comunicación democrática y democratizadora debe ser capaz de desplegar hoy su rol histórico, rescatándose primero de su desprestigio, ganado a pulso por no pocas degeneraciones y desviaciones y ganado, también, por las operaciones de guerra psicológica burguesa concentradas en distanciar a los pueblos de la acción política organizada desde las instituciones populares. Es impostergable ganar la disputa por el Sentido y eso depende de que los pueblos logren expresarse en un nuevo programa histórico con nueva racionalidad, nueva ética en el marco de nuevas relaciones de producción esta vez sin amos. Y ser capaz, entre otras mil tareas, de imaginarlo y construirlo. La realidad aguarda. En su mapa mundial, la lucha democratizadora del Sentido enfrenta arrastra todos los vicios: en lo económico, en lo moral y en lo intelectual. Eso incluye la anti[1]democracia con que están infectadas las instituciones gubernamentales tanto como los medios en su interior. Sin el vicio simplista de los slogans. Pero hay infiltrados. No es noticia que algunos “medios independientes” burgueses, disfrazados de “progres”, cumplen tareas desorganizadoras, siembran rentablemente palabrería desorientadora, desalentadora… desmoralizante. No es noticia que esos “medios de comunicación”, claramente reaccionarios, auto llamados “independientes” o “autónomos”, con su camuflaje salivoso, hagan tareas desmovilizadoras, anden con sus petardos en la búsqueda de negociar canonjías y se silencien a muchos con becas o sueldos. Tampoco es noticia que muchas iniciativas comunicacionales de “izquierda”, más ultras o menos, sean incapaces de sumarse o auspiciar la organización política necesaria para dar una batalla internacionalista, como trabajadores con conciencia de clase, contra toda forma de bloqueo mediático, contra la alienación y en la búsqueda de los lenguajes revolucionarios nuevos. Reina en esos campos el individualismo, el sectarismo y la burocracia.
Perspectivas Necesitamos un «motor» de información permanente que nos permita saber, en «tiempo real», el monto y la velocidad del gasto continental en materia de «Tecnología para la Comunicación». Dada la dependencia tecnológica y el costo de la transferencia, sigue siendo un problema para la Democracia saber cómo se gasta y cuánto, permanentemente, en adquisición de las herramientas para la comunicación. Nuestra dependencia tecnológica es pasmosa; la cantidad de recursos que transferimos en la adquisición de micrófonos, cámaras, es demencial… ojalá pudiéramos un día hacer una cálculo riguroso y sacar las cuentas para ver cómo nos hemos vuelto un caño, un tubo, un drenaje a través del que circulamos sumas exorbitantes de dinero para adquirir herramientas de comunicación. La Disputa por el Sentido como lucha de múltiples vertientes, yuxtapuestas y combinadas, exige un programa científico para el desarrollo teórico-práctico de la planificación en materia tecnológica y su praxis dialéctica en los problemas más candentes. Adquirir tecnología es uno de los grandes trabajos y eso exige especialidades en planificación. Reclama una nueva concepción de la democracia y de la política, en la cual se puede situar el paradigma de la democracia participativa en la planificación y de la asunción dinámica de las responsabilidades sociales. Tornillo por tornillo. De lo que se trata es de redimensionar la democracia, desde su raíz, contra las dependencias de la burguesía y someter las estrategias de la adquisición y propiedad de herramientas a los mismos mandatos radicales de la democratización para despojarle del fardo ideológico burgués con que se ha instrumentalizado la Comunicación. Y en esta democratización radical de las herramientas, E N S A Y O S TLATELOLCO P. 15 juega un papel central el desarrollo intelectual de los pueblos en materia de planificación propia de su revolución cultural emancipadora. Contra la ideología y de la clase dominante que hace de su tecnología fetiche costosísimo.
Una Semiótica emancipadora ha de estudiar e intervenir sobre las herramientas tecnológicas, las herramientas políticas y las comunicacionales hacia la semántica estratégica con los campesinos, con los pueblos originarios, con los estudiantes… capaces de desplegar una perspectiva más amplia de la semiosis y sus métodos tradicionales para incluir, en la medida histórica en que sea posible y útil, las tareas transformadoras de transición. Con las herramientas, también, emancipadas. En la Semiótica para la emancipación hay capítulos muy importantes que resolver en materia tecnológica y valorar el costo financiero y político como un amplio concepto cultural transformador y radicalizado, en su dinámica democratizadora debe incluir de inmediato la acción directa de las masas movilizadas. La pasividad, la tolerancia lerda y los focos de reformismo agazapados por todas partes son un peligro inminente una amenaza de calibre descomunal además de ser, frecuentemente, grandes negociados. El objetivo de semejante tarea, también jurídica, es democratizar las herramientas de comunicación y ponerlas al servicio de la semántica, la sintaxis y la dialéctica, tomando en consideración, muy especial, al individuo, pero nunca descontextuado ni a-historizado. La democratización tecnológica de nuevo género es un paso crucial en las relaciones sociales, en la organización del relato emancipador, incluso del sistema parlamentario y de toda la estructura de seguridad nacional y regional y está condicionado por su práctica directa y concreta porque esa semiosis se expresará, incluso, en instituciones que exigen deontología revolucionaria y moral de lucha renovada permanentemente. Eso produce prestigio y saldo simbólico que debe ser material que alimenta tareas comunicacionales que refuerzan, en su vida democrática, también, la dialéctica del ensayo y el error, las aproximaciones sucesivas y la revolución permanente de la conciencia en la democracia misma y en sus herramientas de comunicación.
Hay avances en superar falencias democráticas de las leyes de comunicación tales como el registro sistematizado del mandato comunicacional de los pueblos y el despliegue de una doctrina revolucionaria en materia de conciencia social. La realidad exige a la semiosis, generar categorías de acción concreta que fundamenten los nuevos conceptos clave como libertad, justicia, movilización social y democracia. Para superar la crisis de dirección revolucionaria que nos aqueja seriamente. Inexcusablemente la Semiótica para la Emancipación debe expresarse en las aulas no sin haber derribado todo búnker que, con disfraz academicista, incuba e inocula la ideología de la clase dominante, en materia de comunicación, y el servilismo de la teoría al reino de las mercancías. Hay episodios de fraude curricular escandalosos y hay tráfico de tesis, investigaciones y monografías cuando no plagios, extorsiones y chantajes. No son pocos los mercachifles, funcionalistas o estructuralistas, de puntos académicos “yo te cito… tú me citas”.
Las peores relaciones obrero-patronales en el aula. Para la Semiótica emancipadora en la disputa por el Sentido, es necesario haber saldado las tareas de formación de cuadros, capaz de agenciarse un arsenal crítico poderoso y capaz de arremeter contra todas las taras inoculadas por la ideología de la clase dominante en los pueblos. Derrotar a las máquinas de guerra ideológica burguesas también en el campo científico y educativo. Es prioridad de la ciencia, y de las ciencias de la comunicación, derrotar a la maquinaria ideológica de la fuerza de la dominación (sus “mass media”) voceros con que el capitalismo fabrica miseria y esclavitud de conciencias. La sola toma de “conciencia” no conduce linealmente, necesariamente, a la semiosis transformadora. La sola existencia de Leyes tampoco. Son necesarios miles de espacios para la nueva educación en comunicación y para la nueva epistemología revolucionaria que la etapa nos reclama. Es preciso que la revolución de la conciencia se exprese en la organización y en la movilización de tareas educativas de todo género y en todos los niveles, como avances superiores del programa semiótico y que alimenten la “moral de la lucha” desde las aulas, con el arsenal científico que ella produce y que suele pasar desapercibido, también, por falta de método comunicacional democrático y transformador. Las consecuencias del neoliberalismo, y de la ideología de la clase dominante en las aulas, que someten a los estudiantes a la esclavitud en los grandes negocios mediáticos, ha producido ejércitos serviles a la concentración y monopolización del poder estructural y superestructural. La Disputa por el Sentido debe darse también al interior de la educación y en las condiciones históricas actuales. Hay que librar esta disputa resolviendo la falta de cuadros en comunicación emancipadora para impulsar las nuevas escuelas, universidades, talleres, foros… de manera seria y profunda. Escuelas de Semiótica
Emancipadora capaces de generar un caudal de posibilidades, teórico[1]metodológicas, para desarrollar una cultura revolucionaria de las conciencias, subordinada al mandato popular y desarrollar un proyecto de humanismo de nuevo género que ayude a emancipar con su praxis a la Patria Grande. Es urgente Hay pruebas en diversas experiencias latinoamericanas. No es aceptable que los trabajadores y la comunidad no puedan ejercer una activa participación científica en el diseño de una semiosis transformadora, en la expresión y en la generación de información sin falacias. Por si no fuesen suficientes los “bloqueos mediáticos”, orquestados desde el capitalismo imperial, contamos además con los “bloqueos” académicos auspiciados por las sectas y las burocracias “culteranas” que, a diestras y siniestras, “tenemos en casa”. Rescoldos de la alienación burguesa infiltrados hasta los tuétanos en los centros de estudio. Medios, modos y relaciones de producción de semiosis hegemónica, mantienen la preeminencia teórica de los medios privados. El colmo es que, también, en el corazón de algunas iniciativas de educación gubernamentales, especialmente de los países que hoy se reivindican (unos más y otros menos) antagónicos al capitalismo imperialista, hagan presencia puntual las formas más odiosas de la Semiótica mercantilizada, el burocratismo que impide la generación de conocimiento nuevo, el dispendio, el sectarismo de los “notables”. Como si se tratara de ínsulas donde habitan académicos que se sienten reyes y petulantes, que se sienten seres supremos con propiedad exclusiva de las “mejores ideas”. Siempre subestimando a los pueblos, dueños de una bola de cristal que adivina los tiempos de las becas y de los apoyos financieros e iluminados con la erudición de sus santuarios librescos. La consigna, puramente formal, de la lucha por la “libertad” y la “igualdad” tal como la proclaman las fuerzas más reaccionarias de la intelectualidad de la derecha en las escuelas y universidades es, en general, un embuste e hipocresía.
Es que el modelo de producción de semiosis emancipadora es uno de esos problemas agudos y polémicos de nuestro tiempo y de las entidades colectivas, contra todo dogmatismo y toda des-movilización. Es preciso democratizar a la semiosis toda y eso implica democratizar a la enseñanza de la comunicación, también, desde sus filamentos más íntimos Esta problemática es crucial a la Democracia en el redimensionamiento de las tareas de la Comunicación y de sus palancas científicas. Ejes Teórico-Metodológicos predominantes La Disputa por el Sentido no puede detenerse a las puertas de las teorías. Es necesario ingresar todo escrutinio y toda profusión crítica al corazón de la Semiótica toda, sus contradicciones o debates, las corrientes teórico-metodológicas predominantes en la producción de semiosis: funcionalismo, estructuralismo y marxismo. Disputar el sentido contra las tendencias, verticalistas, frente a visiones sólo horizontalistas, algunas instrumentalistas y otras colonizadoras. Hay que hacer visibles los marcos teóricos y las contradicciones dentro de la Semiótica y dentro de la disputa por el Sentido también. Asumir la dialéctica de la ciencia en los procesos de semiosis que se modificarán constantemente, mientras los objetivos continuarán igual: mayor justicia, mayor equidad, mayor reciprocidad en el intercambio de información, menor dependencia ante las corrientes de comunicación, menor difusión del mensaje en sentido descendente, mayor autosuficiencia e identidad cultural y mayor número de ventajas para toda la humanidad emancipada y emancipándose. Con las herramientas de la ciencia y métodos dinámicos de nueva generación, es necesario consolidar la participación abierta de las fuerzas semánticas de las bases para la realización de una Semiótica emancipadora identificada en las contradicciones del debate capital-trabajo que influye sobre la producción de la información y la comunicación.
Una Semiótica de las diversidades, endógenas y exógenas, existentes, empeñada en reivindicar desde las diversidades, el derecho de los pueblos a la información y a la comunicación, para emanciparse con una lucha y un movimiento hacia un nuevo orden mundial de la producción de semiosis en al menos 10 temas en: 1) políticas de comunicación; 2) dependencia tecnológica; 3) aportes jurídico-políticos; 4) financiamiento y transparencia de la inversión; 5) identidad cultural; 6) derechos humanos; 7) cooperación internacional; 8) educación; 9) libertad de expresión, y 10) democratización de la semántica. Había un clima de reflexión crítica nutrida con análisis y abordajes desde campos múltiples. Una Semiótica para la Emancipación que acelere los procesos democráticos transformadores. Contra los monopolios que financian una guerra ideológica con dispositivos teóricos y metodológicos para apuntalar las contradicciones económico-sociales existentes. Semiótica emancipadora que se desarrolle como una corriente crítica y prolifere en frentes diversos, desde donde se expanda la evidencia de que la semiosis ha de contribuir a derrotar los paradigmas de la reproducción de la ideología dominante.
Semiosis que ponga en evidencia el estado de la conciencia en el marco de la lucha de clases y que es posible enriquecerla con una base científica poliédrica y dialéctica emancipadora. En tiempo real. Disputa por el sentido en las venas abiertas de las teorías y las metodologías funcionalistas, estructuralistas y marxistas… crítica dialéctica a las diversas interpretaciones, incluso a sus ortodoxias, yuxtaposiciones y superposiciones, que no siempre exhibieron con nitidez sus marcos de referencia, tampoco pidieron permiso para imponerse, sino que se deslizaron silenciosamente como verdades inobjetables entre las fórmulas de sus modelos discursivos a espaldas de sociedades colonizadas, sin saberlo, por modelos ideológicos. Eso se hizo más patente –y cruel– en no pocos espacios de formación o educación que propagaron bibliografías, investigaciones, tesis y congresos animados más por sus urgencias doctrinarias que por consolidar cuerpos científicos para democratizar la comunicación. “Con las herramientas de la ciencia y métodos dinámicos de nueva generación, es necesario consolidar la participación abierta de las fuerzas semánticas de las bases para la realización de una Semiótica emancipadora.
Disputa por el Sentido en todo espacio para darnos una descripción crítica y profunda de funcionalismo, estructuralismo y marxismo, con referencias documentales para identificar correctamente las repercusiones de las tesis y las disputas de estos tres ejes teórico[1]metodológicos predominantes en la Semiótica realmente existente. Nos urge la Semiótica para la Emancipación para ascender a la praxis capaz de garantizar la revolución de la conciencia no sólo en el sector de la comunicación porque es urgente ir al corazón del orden económico y cultural actual, que es inaceptable.
Relación y contradicción entre Teoría y Práctica Cabe esperar de la Semiótica para la Emancipación movilizaciones históricas, técnicas, científicas y políticas en permanente actualización y ensanchamiento. No podemos quedarnos con los brazos cruzados a esperar que las tareas incipientes, por sí solas, transformen al mundo. Cabe exigirnos, en el plazo corto, mediano y largo, participación directa no sólo para actuar teóricamente sino para, también intervenir en la práctica. Deberemos luchar para que las teorías y sus leyes no se escleroticen ni se reduzcan a sólo marcos de acción en los “medios” sino que abarquen y defiendan la riqueza comunicacional de los pueblos en su amplitud y peso sobre el conjunto de las relaciones sociales.
Deberemos iniciar tareas organizativas que enfrenten a las mafias que secuestran la semiosis y que pergeñan permanentemente trampas para frenar el desarrollo y la aplicación de las democracias. Deberemos organizar métodos de acción y lucha, permanentemente actualizados, para evitar que la Disputa por el Sentido y todas tácticas y estrategias, sean letra muerta rigidizada entre oropeles de saliva mesiánica… cabe esperar que la semiosis emancipadora sea, de verdad, expresión libre de pueblos con la conciencia revolucionada. Por eso es imprescindible pasar a la práctica de los avances en todos los órdenes de la Semiótica emancipadora como parte de un proceso de maduración. Las luchas de nada sirven si se las reduce a decoración de “buenas voluntades”. No son pocas las generaciones que aportaron esfuerzos a la lucha por una Semiótica para la revolución de la conciencia y no son pocas las deudas que tenemos. Hay que hacer que se conviertan en carne de la lucha diaria. Por eso es imprescindible que sean, esas luchas, un hecho democrático en la comunicación y una conquista de la semiosis revolucionaria. Sabemos que con las teorías no nos alcanza, que urge movilización y acción científica directa, sabemos que urge la organización y la crítica.
Hay que hacer de la Disputa por el Sentido, una acción organizadora que se vuelva fuerza de combate cotidiano. Otra cosa es demagogia, otra ruta es falacia. No muchas ciencias cuentan con raigambre histórica en las luchas sociales democratizadoras y de significados, como la que sustenta las llamadas a encarnar voces que durante décadas han bregado por la democratización de los «medios de comunicación»; no muchas corrientes científicas destierran aberraciones monopólicas y anti[1]democráticas. La Semiótica para la emancipación en la Disputa por el Sentido, además de consenso y movilización social debe se iniciativa soberana con imbricaciones internacionales, por su coincidencia con las nuevas democracias que son emblema y distintivo de la etapa política que prospera en la región en los años recientes. Es preciso estar muy alertas y pasar a organizarse en frentes de todo tipo, hombro con hombro con la clase trabajadora y en nuestro lugar respectivo en el escenario de la lucha de clases. La Disputa por el Sentido abre oportunidades y lecciones, de todo tipo, espacios de análisis y acción inéditos y realmente trascendentales. Declarar en disputa un escenario de sentido no implica su cumplimiento inmediato sin argumentos políticos, movilizados desde las bases, para hacer efectivos sus propósitos inmediatos y ulteriores.
La Disputa por el Sentido enfrentará repertorios extraordinarios de trampas, elusiones, falsedades, emboscadas y escapismos ideados por la derecha y ultraderecha que en general hoy se refugia bajo las égidas de los monopolios mediáticos oligarcas, cada día más amenazantes y renuentes a acatar la Democracia y los consensos muy amplios, como producto de largas luchas históricas de los pueblos respectivos. Ese escenario ha ayudado a esclarecer el escenario de la lucha de clases y Latinoamérica ha ganado gran experiencia en la batalla para la etapa actual democratizadora de todo proceso social y de la «comunicación» en todos sus ámbitos. Con los pies en la práctica, en el corto plazo veremos multiplicarse el despliegue de mil artimañas y amenazas en contra nuestra, pero veremos también cómo florece, organizada, la voluntad democrática de los pueblos en defensa de sus triunfos y de sus planes nuevos. Hay ya ejemplos en todo el continente. Están en marcha las voluntades de los movimientos emancipadores de toda Latinoamérica que editan prensa, video, radio… Los pueblos originarios y el campesinado del continente sienten ya como indispensables en sus luchas las herramientas de comunicación y, en suma, tenemos un escenario continental donde avanza, a pasos de gigante, la liberación de todos los caudales expresivos de los pueblos, hasta hoy, silenciados por el capitalismo con todas sus variedades de camuflaje y engaño. Pero hay que desplegar la Disputa por el Sentido en la práctica concreta porque la memoria colectiva, que no es sólo inventario de recuerdos, constituye un campo de batalla simbólica. Sobre ella se descarga una arremetida descomunal del Sentido para la subordinación de los pueblos a un plan de diseño de conductas, sueños, fotografías, filmes, videos, escritos, dibujos, palabras, sonidos… bajo la metodología de la “inteligencia artificial” burguesa para infiltrarse y expresarse en el conocimiento, la comunicación, la creación y la reproducción de Sentido que siempre ha sido desigual y combinada. Como una secreción de elixires embriagantes impregnados como creencia o fetiche que aparecen como fenómenos intelectuales propios, aunque tengan sello de fábrica de laboratorios de guerra psicológica o “think tanks” colonizantes. No se puede echar “campanas a vuelo” cuando se identifica una herramienta científica (o una disciplina), como la Semiótica, sin haber pasado revista a sus entrañas teórico-metodológicas y haber saldado algunos requisitos indispensables para saber al servicio de qué o quién se pondrá, en la teoría y en la práctica. La base de la producción de Sentido está hoy en el debate Capital-Trabajo. No es suficiente la pura descripción de los “signos” si se queda huérfana de historia, contexto y usos, en el territorio de las tensiones sociales que son condición en el ”La Disputa por el Sentido abre oportunidades y lecciones, de todo tipo, espacios de análisis y acción inéditos y realmente trascendentales del desarrollo histórico de los seres humanos.
No es suficiente el “estudio de casos” sin una exploración profunda de sus móviles económicos, políticos y culturales. Hasta hoy los semiólogos se han conformado con explicar los signos, y eso está muy bien, pero de lo que se trata es de transformar los medios y los modos de su producción. Revolucionar el Sentido en la Revolución de las Conciencias. No excluyamos la práctica de la organización. Que nos orienten los pueblos con sus agendas de lucha, que nos guíe la semántica de las batallas emancipadoras. La producción de “Sentido” es tan vieja como la conciencia; la producción de “sentido” es la consciencia práctica, la consciencia real del “Sentido” que existe sólo para los seres humanos en sociedad y que, por lo tanto, comienza a existir en la construcción de la comunidad. Y la producción de “Sentido” nace como la consciencia de la necesidad expresiva en la tensión humana de las relaciones sociales y de los intercambios. No hay emancipación posible de la especie humana mientras no existan condiciones iguales para asegurarse, plena y suficientemente, comida, bebida, vivienda y vestido… con calidad y cantidad suficientes en la cabeza, en la panza y en el corazón. La emancipación es un hecho histórico no una ilusión y sólo puede lograrse cuando los modos y medios de producción hayan sido democratizados. Nada de esto es obra sólo del pensamiento ni de las múltiples formas de representarlo. No es la semiósis sola (producción de sentido) lo que determina a la vida, sino la vida misma, y sus contradicciones, la que determina a la semiosis. Podríamos coincidir en la lucha por su emancipación, desde la teoría hasta la práctica, emancipadas y emancipadoras/cubadebate
