La Historia Oculta de Crimea: Desde Catalina la Grande hasta Hoy

Por. Henry Pacheco. Para responder a esta pregunta, es necesario remontarse a la época de Catalina la Grande, como atestigua cualquier libro de historia fiable (excepto los publicados por Ediciones Zelenski). Contrario a lo que sugieren los medios, que parecen datar la península de Crimea a partir de 1991 y su relevancia noticiosa a 2014, ofrecemos un resumen exhaustivo con datos esenciales y contexto histórico.

Si hacemos caso a la prensa del primer mundo, un buen día de 2014 , los rusos amanecieron con el pie cambiado y decidieron apropiarse de Crimea, poniendo como excusa la convulsa situación política interna de Ucrania, Y si siempre es sano no creer de buenas a primeras todo lo que dicen los grandes medios, hay que redoblar esa desconfianza, cuando lo que dicen luce tan sospechosamente simple,  Porque en este caso, como en tantos otros, la realidad es mucho más compleja y llena de matices.

Durante siglos, Crimea pasó por diferentes manos y los primeros en mantener sobre ella un dominio claro en nuestra era la llamada horda de oro proveniente de Mongolia, seguida del Imperio Otomano a finales del siglo XV, Sin embargo, tres siglos más tarde, tras varios e infructuosos intentos de convertirse en un estado independiente, la península pasó a manos del Imperio Ruso.  después de que el último de sus líderes, el Kh Sahin Jjirai, así lo pactara con Moscú,  De ese modo, en , 1783 la península entra a los dominios de Catalina Segunda, más recordada por su apodo de la grande.

 La llegada de pobladores de etnia rusa fue aumentando y durante el siguiente siglo prácticamente habían igualado la presencia de los tártaros, la más presente hasta entonces en el lugar, Vale la pena destacar que durante todo este tiempo, los habitantes de etnia ucraniana rondaron en promedio alrededor de apenas el 6 % de la población de la península.

Durante la revolución rusa, en un corto periodo de tiempo, Crimea se convirtió en parte activa del conflicto surgido en la región entre bolcheviques contra revolucionarios y nacionalistas ucranianos y polacos. Finalmente, en la península se convierte en 1921 una república autónoma, dentro de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, no de Ucrania, esta integrada a su vez en la Unión Soviética.

Poco antes de la invasión nazi, la población rusa ya suponía la mitad de los habitantes de la nueva división administrativa, seguida de tártaros con un 20% y de ucranianos con el 14%.

Pero el auténtico cambio demográfico en el territorio llegó durante la Segunda Guerra Mundial. En algunas regiones, la Alemania de Hitler supo explotar muy bien los delicados equilibrios étnicos en la Unión Soviética. El caso de Crimea fue claro ejemplo de esa estrategia. Buena parte de la población Tártara recibió a los invasores como libertadores y estos les otorgaron cierto nivel de autogobierno a cambio, así fuera simbólico.

Aunque muchos otros tártaros del lugar combatieron junto al ejército rojo, poco antes del final del conflicto con Crimea ya liberada de los nazis, Stalin decidió evitar tensiones interétnicas en la península.  por lo sucedido durante la etapa de control nazi y lo hizo a su estilo, aplicando una suerte de castigo colectivo.

Así, los tátaros de la península fueron deportados a otras repúblicas soviéticas.  En otras regiones con gran presencia Tártara no se aplicó la misma medida, Desde entonces y hasta mediados de la década de 1980, cuando la población de esa etnia fue autorizada a regresar a Crimea, el grueso de su población estuvo compuesta principalmente por rusos y en bastante menor medida ucranianos.

Pero antes de seguir con el factor demográfico, que es imprescindible para abordar el tema que nos ocupa hoy, retrocedamos un momento nuevamente a mediados del siglo XX, para atender un asunto administrativo también imprescindible que tuvo lugar entonces, Y es que en  1954 el entonces secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Nikita Juschov, decidió transferir Crimea como parte del territorio de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia a la República Socialista Soviética de Ucrania.

Por una parte, se consideró más lógico administrativa y logísticamente, puesto que por entonces Crimea no tenía conexión terrestre con la Rusia soviética. La península era abastecida de electricidad, agua, carreteras y vías férreas desde la Ucrania soviética.

Por la otra, dado que ambas divisiones administrativas pertenecían a un mismo país, la Unión Soviética, la transferencia se vio como un asunto meramente interno, como si hoy en Venezuela se transfiriera un municipio de una estado a otra provincia de otro estado.

La dirigencia soviética no evaluó que una medida que consideraba meramente doméstica, podría tener grandes consecuencias futuras, Y aunque durante casi 40 años el tiempo pareció darles la razón, a la larga no fue así. El cambio administrativo no supuso ningún giro étnico nacional en la población de Crimea  durante todo ese tiempo, La mayoría de sus habitantes siguió siendo aplastantemente rusa entre el doble y triple que la fracción ucraniana.

 Lo que sí varió drásticamente llegada a la década de 90, fue la situación política y geopolítica de la península. Crimea fue la región de la Ucrania soviética que en votó con menos entusiasmo por la independencia ucraniana de la URS, con apenas el 37 % del electorado total sufragando a favor de la medida.

Casi de inmediato, al año siguiente comenzó la denodada lucha peninsular por ganarse cierto nivel de autonomía dentro de la Ucrania postsoviética.  En 1992, la región proclamó el autogobierno y redactó una Constitución sin por ello declararse independiente.

Dos años después eligieron su propio presidente. A pesar del rechazo de Kiev a la elección, resultó ganador un candidato pro ruso, seguido de otro candidato pro ruso y quedando en tercer lugar otro candidato pro ruso, como para que se hagan una idea del sentir popular en el territorio.

Al año siguiente, el gobierno ucraniano, irritado con las autoridades peninsulares, envió 4000 soldados y policías a Crimea, Entraron en la residencia del presidente electo, ya en funciones, y lo metieron en un vuelo para Moscú.

¿Cómo que nunca les han contado todo esto en la prensa hegemónica del mundo libre?

¿Qué cosas?

Debe ser que se les olvidó.

 A continuación, Kiev abolió la figura presidencial en la península y decretó como primer ministro a un amigo personal y consuegro de Leanit Kuchma, por entonces jefe de estado de Ucrania. Todo muy de valores europeos.

Como ven, después de esos turbulentos años se logró un delicado equilibrio en el que Kiev aceptaba un relativo grado de autonomía para la península, reconociendo hasta cierto punto sus peculiaridades históricas, lingüísticas y étnicas, O dicho en otras palabras, reconociendo implícitamente que durante los últimos tres siglos, Crimea había sido y seguía siendo un territorio en el que la aplastante mayoría de sus habitantes se siente, se identifica y habla ruso.

Delicado equilibrio que se mantuvo no exento de tensiones durante algo más de una década, hasta que el ultranacionalismo ucraniano, nostálgicos del nazismo entre ellos, comenzaron a cooptar la política del país, Negando paulatinamente la existencia de otras nacionalidades y sus derechos en un in crescendo que desembocó en el Euromaidán,  el golpe de estado contra un presidente acusado de pro ruso y la incruenta reincorporación de Crimea a la Federación rusa en rápida sucesión en el año 2014 . Y si en ese mismo momento, desde el norte global hubieran tomado nota de las lecciones de la historia,  y las que dejaron aquellos hechos, en lugar de verter gasolina sobre las primeras chispas en una pradera peligrosamente seca,  nunca hubiera habido un sangriento conflicto en el Donbas y este no se hubiera extendido y escalado hasta el estallido del 2022.

Pero a la mal llamada comunidad internacional nunca le interesa aprender de la historia, ni en Crimea ni en ninguna parte, mucho menos cuando los muertos los ponen otros.