Ofensiva terrestre sionista intensifica la destrucción de Gaza con apoyo de EEUU y complicidad occidental.

Por. Henry Pacheco: Israel inició ayer un ataque terrestre sobre la ciudad de Gaza e intensificó los bombardeos sobre la franja costera. El ministro de Defensa, Israel Katz, anunció el ataque, advirtiendo que “Gaza está ardiendo” y confirmando el despliegue de «nuevos efectivos» en las próximas horas, según el plan de Benjamin Netanyahu.

Esta escalada en el genocidio coincide con la publicación de un informe de la Comisión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas, que concluye que Israel ha cometido actos que podrían calificar como genocidio. El documento cita asesinatos, daños corporales y mentales severos, imposición de condiciones de vida que podrían provocar destrucción y medidas que afectarían los nacimientos. Navi Pillay, presidenta de la comisión, sostiene que los más altos niveles del gobierno de Israel serían responsables.

La relatora de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese, advierte que el número real de víctimas podría ser hasta diez veces mayor que las cifras oficiales. Algunas estimaciones independientes elevan la cifra de muertos palestinos desde octubre de 2023 a más de 600.000. Si se confirman estos datos, estaríamos ante una de las peores matanzas del siglo XXI.

En lugar de presionar para un alto al fuego, Estados Unidos ha redoblado su respaldo a Tel Aviv. “Apoyo inquebrantable” es la fórmula que repiten desde la Casa Blanca, mientras financian y arman la ofensiva. Las potencias europeas, por su parte, callan o justifican lo injustificable, atrapadas en su complicidad diplomática y económica.

La comunidad internacional, que tantas veces se ha jactado de su compromiso con los derechos humanos, guarda un silencio atronador frente al horror que se vive en Gaza. Un silencio que no es neutral: es cómplice.