Por: Equipo Colarebo Colombia
Es cierto que muchas personas en Estados Unidos tienen un nivel de vida muy superior al de Colombia, desde el punto de vista del capitalismo.
Surgen de ahí, algunas inquietudes, como la de definir qué significa calidad de vida y porqué nuestros pueblos no pueden tener tal nivel. No solo desde el deseo de que fuera así, sino también desde la posibilidad de la economía. Esa es la sociedad que nos han colocado como referente y, por eso, las personas emigran para allá, fundamentalmente porque el cambio en la moneda, favorece.
Hay también en Usa un factor cultural que permite la existencia de cierto tipo de negocios, que el fraude y la inseguridad, no permiten que puedan existir en los países neocoloniales como Colombia.
En Usa tienen un ciclo comercial muy bien montado con un mercado local para 330 millones de personas, basado en el consumo, la economía del carbono y la manipulación comercial. Pero la naturaleza no puede sostener este estilo para todos en el mundo. Sin gasolina, la sociedad capitalista norteamericana se derrumbará y esto tiene un peso geopolítico.
Mientras allá y en el mundo capitalista, unos nadan en una supuesta abundancia, otros la están pasando mal porque no pueden cubrir sus necesidades básicas de salud, vivienda, educación y recreación, generalmente sectores de baja escolaridad y calidad de empleo.
La gran mayoría de la población de Estados Unidos está condenada a una vida rutinaria de trabajo para poder pagar sus deudas a los dueños de los bancos.
El capitalismo es; entonces, un sistema aberrante en el que una persona puede ser dueña de una cadena de hoteles en todo el mundo, por ejemplo, mientras millones de niños comen, duermen y viven en basureros. Esto no puede permitirse ya más. ¿A razón de qué?
A pesar de todo el consumo norteamericano, las personas, aún con ingresos, se alimentan mal, por falta de tiempo y por el tipo de alimentación. Ese es el mundo de la comida procesada, con consecuencias para la otra forma de ver la calidad de vida en la que se privilegie la salud.
Pero una cosa son las élites imperialistas y otra, el pueblo norteamericano, sometido a la esclavitud del capitalismo; EEUU no es ajeno a la lucha de clases. Los países del mundo deben evitar que los intereses de unos cuantos multimillonarios estadunidenses, se conviertan en una causa nacional para ese país, bajo los pretextos de la lucha contra las drogas, la defensa de la democracia, de la paz o de la libertad y pongan a luchar los pueblos entre sí, mientras ellos se divierten al estilo de la isla de epstein y los recursos financieros se desvían hacia la guerra, la compra y venta de armas y no a aliviar las penurias de la población.
Algunas intervenciones imperialistas necesitan aprobación del congreso, pero la lucha contra las drogas ya está legislada y tienen carta abierta para atacar; por eso, las agresiones las recubren de ese ropaje.
Por esta razón, es que, en el momento en que el presidente Petro se les para duro frente al mundo, y que las mafias criollas solicitan que lo sancionen, las élites imperialistas lo incluyen en la lista de narcotraficantes. Igual proceden con los dirigentes de la gloriosa revolución bolivariana.
Pero es tan hondo el legalismo de la izquierda que, cuando se profundice la invasión militar a Colombia, vamos a esperar que el concejo nacional electoral o las cortes, como instrumentos de la narco oligarquía pro imperialista, nos autoricen para poder defendernos. Esas son las concepciones se tienen del pueblo como constituyente primario y de la construcción de poder popular. Esto es lo que refleja el proceso de construcción del Pacto Histórico; no se avanzan las labores organizativas para la resistencia social ante la dictadura burguesa, que es política, militar, económica, financiera, mediática, ideológica y cultural; todo está reducido a las componendas electorales.
Nuevamente el tema de los subsidios a la gasolina, solicitada por el gremio de los taxistas y las opciones de elevar el nivel de vida de la población, coloca al orden del día la propuesta de Colombia país cooperativo, o de ciudades cooperativas, para no perderse en los subsidios individuales, que mejor funcionarían si son gremiales o comunales, con otra forma de organizar la economía en manos del pueblo.
