Gabriel García Márquez
A la hora de la batalla final, con el país a merced de las fuerzas desencadenadas de la subversión, Salvador Allende continuó aferrado a la legalidad.
La contradicción más dramática de su vida fue ser al mismo tiempo, enemigo congénito de la violencia y revolucionario apasionado, y él creía haberla resuelto con la hipótesis de que las condiciones de Chile permitían una evolución pacífica hacia el socialismo dentro de la legalidad burguesa.
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“Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las dos de la tarde”. Así empieza “En agosto nos vemos”, la última novela que estaba tecleando el escritor colombiano 

