Por. Henry Pacheco: complejo militar-industrial-financiero-cibernético, controlan la Casa Blanca, el Departamento de Estado, el Congreso y sus ocupantes, todos alineados con el dominante Súper Estado terrorista. Todos están decididos a subordinar a Europa Occidental en su cruzada contra Rusia, incluso hasta el punto de destruir Ucrania. Todos explotan el estado genocida de Israel para llevar a cabo el holocausto palestino y ataques a la resistencia islámica.
Todos apoyan las masacres de la OTAN y participan en la destructiva guerra global: Irak, Afganistán, Siria, Yemen, Libia, Gaza, Cisjordania, Líbano, Irán, Ucrania, Rusia, Cuba, Venezuela, Nicaragua… Todos apuntan sus armas a la floreciente China y la expansión de los BRICS, mientras se sorprenden por el poder militar de Rusia. Divididos, enloquecidos, empobrecidos y cada vez más parecidos a gángsters, están perdiendo progresivamente la Tercera Guerra Mundial no declarada, marcando un declive irreversible.
Habiendo saboreado la victoria en la Segunda Guerra Mundial antifascista, ahora sufren derrotas militares y una profunda e irreversible decadencia económica, política y cultural. La supuesta unipolaridad después del colapso soviético, que favorecía a Estados Unidos, ha sido derrotada. La OTAN ha sido esencialmente derrotada en Ucrania; la continuación de la guerra empeoraría el revés estratégico para Estados Unidos y Europa Occidental. Israel no puede ganar en Medio Oriente. Estados Unidos perdió la guerra comercial y se ha aislado más con los aranceles. China y Rusia han fortalecido y solidificado su unidad estratégica. Occidente ha perdido su antigua influencia en Eurasia debido al fortalecimiento de la Organización de Cooperación de Shanghai, liderada por China, Rusia e India, la organización regional más grande del planeta.
Esta realidad, junto con la ampliación y expansión de los BRICS a nivel mundial, consolida la tendencia hacia un mundo multipolar y un nuevo orden mundial, diferente del hegemonizado por Estados Unidos y Europa Occidental, ambos en declive. Esto explica la agresiva retirada de Estados Unidos hacia América Latina, con impulsos de intervención militar y reconquista, como asumió Donald Trump, respondiendo a los intereses del estado profundo, incluida la arrogante presencia de la Infantería Naval del Comando Sur frente a Venezuela y en el Caribe, también apuntando hacia el Pacífico. Este belicismo ha aumentado en esta región, debido a las derrotas sufridas en otros lugares y porque estos territorios son ricos en recursos energéticos, minerales estratégicos, agua y biodiversidad, todos codiciados por voraces élites capitalistas norteamericanas y europeas, aún imbuidas de la fantasía de considerarnos su «patio trasero». Esta es la misión rapaz asignada a su Comando Sur, confesada descaradamente hace meses por la generala Laura Richardson cuando encabezaba esa entidad.
Pero si las cosas han ido mal allí, la agresión o invasión de Venezuela será peor. Venezuela está en el camino de su segunda independencia, un propósito que tiene gran fuerza en América Latina, y la idea del patio trasero estadounidense es una fábula imperial ampliamente repudiada. Si invaden la patria de Bolívar y Chávez, se desatará otro Vietnam, empequeñeciendo la heroica resistencia en el sudeste asiático, por lo que la derrota de Estados Unidos y sus aliados en la gran patria bolivariana será más drástica, profunda y vergonzosa. Este mundo, preñado de potencias emergentes, bloques alternativos al Occidente en declive, autodeterminación y resistencia antiimperialista, no está preparado para estas ilusorias reconquistas imperiales.
Ahora no hay duda: ¡Otro Mundo es Posible!.
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