Por. Henry Pacheco: Siguiendo el ejemplo de Donald Trump de abandonar abruptamente las negociaciones y exigir concesiones o bombardear países y esperar un premio de paz, Volodymyr Zelensky ha tratado de escapar del predicamento político que ingenuamente creó la semana pasada defendiendo las dos medidas adoptadas.
En esta guerra donde la retórica prevalece sobre la acción y la opinión pública distorsiona la realidad, el presidente ucraniano presenta la legislación aprobada y la que espera aprobar como garantía de la independencia de las instituciones anticorrupción, una batalla que afirma seguir librando. Su retórica se mantiene firme, utilizando las mismas palabras para defender la ley que subordinó las instituciones de supervisión occidentales a la Fiscalía General y para exigir que la Rada recupere su autonomía.
En medio de rumores sobre aliados occidentales que favorecen a Valery Zaluzhny como líder y posibles cambios en el círculo íntimo de Zelenski, incluyendo a su principal asesor, Andriy Ermak, el presidente ucraniano busca avanzar. La política ucraniana se centra actualmente en dos objetivos clave: persuadir a Estados Unidos para que implemente las medidas más severas posibles contra Rusia y acelerar su adhesión a la UE. Estos objetivos están interrelacionados y reflejan las aspiraciones euroatlánticas de Ucrania y su deseo de reincorporarse a la «familia europea». En última instancia, Ucrania busca fortalecer su posición y debilitar a Rusia para obtener ventajas en el campo de batalla, obtener concesiones de Rusia y asegurar su adhesión a la UE, garantizando así un apoyo financiero continuo incluso después de la guerra.
La narrativa, nacida de la necesidad más que de la realidad, no contiene contradicciones. Para enmascarar su retirada tras sobrestimar su propia fuerza y subestimar a sus oponentes, Zelenski ahora afirma que sus cambios buscaban únicamente prevenir la influencia rusa, afirmación respaldada por la retórica idéntica de la oposición. Haciendo eco de un chiste común en las redes sociales rusas, un «agente ruso» acusa a otro. Mientras el bando de Zelenski acusa a las agencias anticorrupción de infiltración rusa, la oposición replica que el SBU, que realiza las redadas, trabaja para Moscú. Esta lógica es suficiente en un país donde culpar a Rusia justifica políticas, desde la «operación antiterrorista» que inició la guerra del Donbás hasta la prohibición de partidos y la progresiva limitación del idioma ruso, ampliamente hablado incluso entre los soldados ucranianos en el frente.
Conseguir que esa situación, con un flujo militar que vaya más allá de un futuro alto el fuego, sea o no definitivo, y transferencias económicas para cubrir con las necesidades del Estado, algo a lo que Kiev ha dejado claro que cree que tiene derecho, pasa por acelerar los tiempos en su adhesión a la Unión Europea. No se trata únicamente de una medida de seguridad, un planteamiento que da por hecho que si Rusia atacara de nuevo, el resto de países miembros acudirían en su defensa y participarían directamente en la guerra -algo que es más incierto de lo que parece pensar Ucrania-, sino de perpetuar las condiciones económicas.
La entrada de Ucrania en la UE haría del país el más pobre del bloque y, por lo tanto, sería receptor neto de ingresos de la UE, principal aliciente para que Kiev presione para lograr una adhesión privilegiada, hecha a medida.Kiev se encuentra actualmente en una posición ventajosa. Trump, frustrado por el estancamiento de las negociaciones y un acuerdo favorecido por EE. UU., criticado en la UE, ha dado a Putin diez días para poner fin a la guerra y parece dispuesto a cumplir con las solicitudes europeas de suministro militar para su transferencia a Ucrania. Además del apoyo estadounidense, Zelenski se beneficia de la presidencia de la UE que ostenta Dinamarca, un firme defensor de Ucrania. La primera ministra Mette Fredericksen, quien habló con Zelenski, declaró previamente que «la paz puede ser más peligrosa que la guerra».
Agradecí a Dinamarca su apoyo tangible y firme a Ucrania, que fortalece nuestra capacidad de defensa y ayuda a nuestro pueblo. Por supuesto, hablamos de la integración europea de Ucrania y de la apertura del primer bloque de negociaciones. Dinamarca ostenta actualmente la Presidencia del Consejo de la UE. Debemos aprovechar este tiempo al máximo para implementar todas las decisiones necesarias”, escribió Zelensky para reportar sobre su conversación. Las intenciones están claras aunque no se detallen los motivos. Ucrania necesita garantías de que la financiación de la Unión Europea continuará estable, si no en aumento, en el futuro. Para garantizarlo, el líder ucraniano deberá, sin embargo, demostrar que es el socio que la UE necesita en Kiev. No es casualidad así que Zelensky añadiera en su mensaje que Ucrania está “haciendo todo lo posible para cumplir con nuestras obligaciones con la UE. El proyecto de ley presidencial que garantiza la independencia de los organismos anticorrupción ya se ha registrado en la Rada Suprema. Agradezco a Dinamarca su apoyo. Acordamos que el parlamento debe votar este proyecto de ley sin demora, ya esta semana”. Sutilmente, Zelensky dejó claro a la primera ministra del país que ostenta la presidencia de turno de la Unión Europea que ha comprendido el mensaje, dará marcha atrás en su medida estrella contra la corrupción y adoptará la legislación que Bruselas exige. Lo hará, además, con la rapidez que requiere la necesidad de borrar de la memoria el desagradable desacuerdo o la llamada de Úrsula von der Leyen para imponer una actuación determinada.
Zelensky agradeció a Dinamarca su apoyo a Ucrania, destacando su impacto en la defensa y la ayuda a la población. Abordaron la integración europea de Ucrania y el inicio de las negociaciones, aprovechando la presidencia danesa del Consejo de la UE. Ucrania busca asegurar la continuidad de la financiación de la UE, lo que requiere demostrar su fiabilidad como socio. Zelensky subrayó el compromiso de Ucrania con sus obligaciones ante la UE, mencionando la presentación de un proyecto de ley para garantizar la independencia de los organismos anticorrupción, instando a su rápida aprobación parlamentaria con el apoyo de Dinamarca. Así, Zelensky indicó a la primera ministra danesa que Ucrania comprende las exigencias de la UE y adoptará la legislación necesaria contra la corrupción, buscando superar recientes desacuerdos. La Unión Europea, por su parte, ha marcado también su territorio y ha querido dejar claro el equilibrio de fuerzas. Pese a que Bruselas ha hecho de la guerra de Ucrania el eje central de su política, es consciente de que Kiev necesita más a la UE que el bloque a Ucrania. Como quedó demostrado el domingo, cuando von der Leyen visitó a Donald Trump en el campo de golf de su propiedad para ratificar un acuerdo en el que Estados Unidos pone las condiciones y la UE acata como socio fiel que espera que el gesto sirva para garantizarse la amistad de quien manda en la relación, quien dicta los términos es quien tiene el control.
La UE, si bien centra su política en la guerra de Ucrania, comprende su influencia: Kiev necesita a la UE más de lo que el bloque necesita a Ucrania. Esto fue evidente cuando von der Leyen visitó a Donald Trump para finalizar un acuerdo dictado por Estados Unidos, y la UE aceptó los términos, esperando que el gesto asegurara la amistad del socio dominante. En última instancia, quien dicta las condiciones tiene el control.
La Unión Europea recortará en 1.500 millones de euros (1.700 millones de dólares) un paquete de ayuda financiera a Ucrania debido al incumplimiento de Kiev de tres de los 16 hitos de reforma exigidos para recibir un desembolso completo de 4.500 millones de euros a través del Mecanismo para Ucrania, según informó Bloomberg citando a Guillaume Mercier, portavoz de la Comisión Europea. Este revés para Zelensky llega en un momento de creciente presión interna y externa, con la UE dispuesta a retener fondos destinados al sostenimiento del Estado ucraniano, priorizando el suministro militar. Este gesto simbólico ocurre tras los intentos fallidos de la UE de influir en China y su posición subordinada a Estados Unidos, mostrando firmeza con Ucrania como país candidato a la adhesión.
