Por: Alí Ramón Rojas Olaya
Juan Calzadilla siempre fue un Ciudadano sin fin. Su Agendario estaba lleno de Minimales. Él, en su rol de artista y poeta, era un Corpolario a quien se le extravió su Diario sin sujeto. Solía hablar sobre El ojo que pasa de una Antología paralela al Libro de las poéticas. Después de un viaje a Macuto escribió Los laberintos de la luz: Reverón y los psiquiatras. Lo hizo con Golpes de pala. En su rol de Editor de crepúsculos concibió El brillo y la palabra. En una ocasión nos vimos en la Galería de Arte Nacional y hablamos sobre sus Primeros poemas y Los herbarios rojos. Me contó que su poemario Oh, smog seguido de una cáscara de cierto espesor fue Dictado por la jauría de los Malos modales y los Principios de Urbanidad. Llegará el día, me dijo con la mirada fija en la introspección, que viajará con sus Aforemas en un barco de Vela de armas y que pronto recibiremos Noticias del alud.
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