Por Henry Pacheco: No hay un consenso único sobre las mutaciones del capitalismo contemporáneo, ya que los economistas y sociólogos debaten si los cambios recientes representan una transformación fundamental del sistema o simplemente una adaptación a nuevas circunstancias. Sin embargo, muchas de estas perspectivas coinciden en varios puntos clave.
Transformaciones del Capitalismo
El capitalismo ha experimentado diversas transformaciones a lo largo de su historia, pasando del mercantilismo al capitalismo industrial y al capitalismo de consumo. La revolución industrial, por ejemplo, marcó un cambio radical al introducir la producción en masa y la fábrica como el centro de la economía. Estos cambios no solo alteraron la estructura económica, sino también las relaciones sociales, el entorno de trabajo y la distribución de la riqueza.
Mutaciones Actuales
Actualmente, las mutaciones se centran en la globalización, el auge de la tecnología digital y la financiarización de la economía. Estos son los aspectos más debatidos y que muchos consideran que definen el capitalismo contemporáneo:
Globalización: La libre circulación de bienes, capital y, en menor medida, personas, ha deslocalizado la producción y creado cadenas de suministro globales. Esto ha impulsado el crecimiento económico, pero también ha generado desafíos, como la pérdida de empleos en las economías desarrolladas y la explotación laboral en algunas regiones. El poder de las empresas multinacionales ha crecido significativamente, a menudo superando el de los estados-nación.
Capitalismo de Plataformas: El surgimiento de empresas tecnológicas gigantes como Google, Amazon, Apple y Meta ha creado un nuevo modelo de negocio basado en la recopilación y monetización de datos. Estas plataformas operan como intermediarios, controlando el acceso a servicios y mercados, y generando una concentración de poder sin precedentes. Este modelo ha sido criticado por su impacto en la privacidad, la precariedad laboral (economía gig) y la competencia.
Financiarización: La economía global se ha vuelto cada vez más dependiente del sector financiero. En lugar de centrarse en la producción de bienes y servicios, gran parte de la actividad económica se enfoca en transacciones financieras como derivados, bonos y acciones. Esto ha llevado a una desconexión entre la economía real y la economía financiera, haciendo que el sistema sea más vulnerable a las crisis. La financiarización ha exacerbado la desigualdad, ya que los beneficios se concentran en una pequeña élite.
Capitalismo de Vigilancia: Shoshana Zuboff, una de las principales teóricas en este campo, argumenta que el capitalismo ha entrado en una nueva fase dominada por las empresas tecnológicas que rastrean, analizan y predicen el comportamiento humano con fines comerciales. Este modelo explota los datos personales, que son la materia prima, para influir y manipular el comportamiento, lo que representa una amenaza para la autonomía individual y la democracia.
¿Revolución o Evolución?
El debate clave es si estos cambios son simplemente ajustes o si representan una reorganización fundamental del sistema. Algunos economistas argumentan que, a pesar de las transformaciones tecnológicas y financieras, los principios básicos del capitalismo—la propiedad privada, la búsqueda de beneficios y la competencia de mercado—siguen intactos.
Otros, sin embargo, creen que las mutaciones actuales son tan significativas que estamos presenciando el surgimiento de un nuevo tipo de sistema, con nuevas lógicas de poder y acumulación. Este nuevo sistema se caracteriza por la dominación de lo digital y lo financiero, y por la creciente desigualdad.
las mutaciones de la dominación del capitalismo contemporáneo.
Otros, sin embargo, creen que las mutaciones actuales son tan significativas que estamos presenciando el surgimiento de un nuevo tipo de sistema, con nuevas lógicas de poder y acumulación. Este nuevo sistema se caracteriza por la dominación de lo digital y lo financiero, y por la creciente desigualdad.
La crisis del neoliberalismo-económica, social, ecológica y de legitimidad– ha abierto un ciclo de descomposición del consenso liberal-democrático, en cuyo interior emergen proyectos reaccionarios con capacidad de interpelar a sectores amplios de las clases subalternas.
Esta declaración propone una tesis que conecta la crisis del neoliberalismo con la emergencia de movimientos reaccionarios.
Es una perspectiva común en la sociología y la ciencia política contemporánea, y se basa en varios argumentos interconectados que exploran cómo la crisis del neoliberalismo crea las condiciones para el ascenso de proyectos políticos que, aunque se presentan como soluciones, en realidad buscan restaurar un orden social jerárquico y autoritario.
La Crisis del Neoliberalismo
El neoliberalismo se ha caracterizado por la desregulación, la privatización y la reducción del gasto público. Sus defensores sostienen que estas políticas fomentan la eficiencia y el crecimiento económico, pero sus críticos argumentan que han generado una serie de crisis:
Crisis económica: La liberalización financiera sin control llevó a la crisis de 2008. La austeridad, una respuesta común a estas crisis, ha reducido los salarios, precarizado el empleo y aumentado la desigualdad.
Crisis social: La reducción de los servicios públicos y el aumento de la desigualdad han debilitado las redes de seguridad social y fracturado el tejido comunitario. Esto ha generado descontento, frustración y una sensación de abandono en amplios sectores de la población.
Crisis ecológica: El modelo de crecimiento neoliberal, que prioriza la acumulación de capital sobre la sostenibilidad, ha acelerado la crisis climática y la degradación ambiental.
Crisis de legitimidad: La incapacidad del modelo neoliberal para resolver estos problemas y la percepción de que las élites políticas y económicas están desconectadas de las preocupaciones de la gente común han erosionado la confianza en las instituciones democráticas.
El Ascenso de Proyectos Reaccionarios
En este contexto de crisis, los partidos y movimientos políticos que prometen volver a un pasado idealizado, a menudo apelando a la nación, la tradición o la identidad, encuentran un terreno fértil. Estos proyectos reaccionarios interpelan a las clases subalternas—aquellos sectores de la población que se sienten marginados o perjudicados por el sistema neoliberal porque ofrecen una respuesta sencilla a problemas complejos.
Chivos expiatorios: En lugar de culpar a las políticas económicas, estos movimientos a menudo señalan a grupos externos como los inmigrantes, las minorías o las élites «globalistas» como los responsables de los problemas sociales.
Nostalgia: Prometen restaurar un sentido de orden y seguridad que muchos sienten que se ha perdido. Su narrativa se basa en la idea de que «las cosas estaban mejor antes».
Liderazgo autoritario: Ofrecen un liderazgo fuerte y decisivo que promete acabar con el «caos» y la «corrupción» del sistema.
Este fenómeno se ve en el auge de partidos de derecha radical en Europa, el crecimiento de movimientos nacionalistas en América Latina y el resurgimiento del populismo de derecha en Estados Unidos. Aunque estos proyectos pueden parecer soluciones, sus críticos argumentan que a menudo terminan exacerbando la desigualdad y socavando las libertades democráticas. La paradoja es que, en su intento por resolver la crisis del liberalismo, estos movimientos podrían terminar por desmantelar el sistema democrático por completo.
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